Octubre es un mes lleno de tradición y sabor en Puebla, especialmente cuando se acerca el Día de Muertos. Durante este mes y principios de noviembre, se preparan una gran variedad de dulces tradicionales que son un verdadero deleite para el paladar.

Si te encuentras de visita por la ciudad o tienes antojo de probar algo nuevo, aquí te compartimos una lista con cinco dulces típicos que no puedes perderte durante estas festividades.

El Punchi

“Punchi” o “Dulce de maíz", como su nombre lo dice, es un dulce tradicional hecho a base de maíz azul, que se prepara en algunas comunidades de Puebla especialmente para las festividades de Día de Muertos.

Su consistencia es similar a la de una gelatina y aunque su color es poco agradable, su sabor es único y exquisito.

Este dulce lo puedes encontrar en la tienda Priesca, del Fogón a la Boca, ubicada 9 Poniente 102- A, Centro Histórico.


Dulces de alfeñique

Sus raíces son muy antiguas, pues de acuerdo con algunas versiones, los árabes llevaron el nombre y la técnica de los alfeñiques, una especie de caramelo formado de caña pura de azúcar y que es muy moldeable a España y de allí pasó a México.

Esta técnica se extendió rápidamente, pues la costumbre de honrar a los muertos unió tanto a indígenas como a españoles.

En la actualidad podemos encontrar varias figuras elaboradas de alfeñique, especialmente en esta temporada de muertos, en las que se realizan las famosas calaveritas.



Calabaza en tacha

También es conocida como la calabaza en dulce, es originaria de Puebla.

La calabaza de Castilla, con la cual se produce este postre, remonta su origen a la época de La Conquista.

Sus ingredientes son sencillos, aparte de la calabaza se le agrega piloncillo, agua y canela en rama.


Dulce de tejocote

Este es un dulce muy tradicional, ya que comienza a elaborarse en el mes de octubre, suele servirse en las festividades de Todos Santos o colocarse en las ofrendas.


Figuritas de jamoncillo

Estos dulces se elaboran con pepitas o semillas de calabaza.

Se dice que este dulce se creó en las cocinas conventuales de Puebla, su consistencia es muy parecida al mazapán pero más firme.

Sus ingredientes son sencillos, leche, azúcar y las pepitas de calabaza, las cuales hierven hasta espesar.

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