Los paisajes naturales que posee Puebla hacen que sus pobladores vivan enamorados de ella, desde la vista de los volcanes como el Popocatépetl e Iztaccíhuatl hasta sus campos de flores en Atlixco.
Sin embargo, un sitio que pocos conocen es la Fundación Picnic Colibrí, que creó Ángel Díaz Alvarado después de descubrir a decenas de pequeñas y coloridas aves durante un paseo que realizaba en familia.
Para visitar este sitio, donde puedes ir con tu familia, amigos o pareja, debes dirigirte al predio Los Azares de la comunidad de San Francisco La Unión, muy cerca de Santa Rita Tlahuapan, en la zona de los volcanes.
Desde la ciudad de Puebla, te tomará un tiempo promedio de 90 minutos llegar a la fundación, pero valdrá la pena el viaje, ya que podrás admirar a estas pequeñas aves en cualquier momento del día.
Ángel Díaz Alvarado, en videos y fotografías que comparte en redes sociales, detalla que encontró este lugar un día que decidió llevar a cabo una caminata junto con su familia y de repente escucharon el sonido que emitía el rápido aleteo de las aves.
Quedó admirado y sorprendido al verlas alimentarse del néctar de las miles de flores que habían crecido de manera silvestre en los campos. Este hecho despertó en él el interés por ocuparse del cuidado de las aves, comenzando a tomar videos y fotografías para compartir con sus conocidos y despertar en ellos también el interés por protegerlas.
En tu visita, podrás observar un total de 32 bebedores que Ángel Díaz colocó en tres senderos para que los colibríes tengan néctar. Al mismo tiempo, se ha dedicado a plantar más flores que atraigan a estas especies.
Dice que solo bastó que un colibrí llegara a los bebederos para que los demás se dieran cuenta e hicieran lo mismo. Con el tiempo, ha logrado que en la Fundación Picnic Colibrí se congreguen entre 20 y 25 especies diferentes de estas aves.
Su presencia y cuidado hacia las aves, asegura, ha provocado que los pequeños animalitos se acostumbren a la presencia del hombre, por lo que cada vez es más habitual que se acostumbren a las visitas.
https://www.facebook.com/groups/247554712249907/permalink/2073549519650408/
Según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al igual que las abejas y los murciélagos, los colibríes realizan una función ecológica importante en la conservación de los ecosistemas al tratarse de una especie polinizadora.
En el país hay 59 especies, de las cuales 13 son endémicas y si bien no se encuentran en peligro de extinción en la zona metropolitana del Valle de México, están perdiendo su hábitat.
La mayoría de ellos pesan alrededor de 4 a 6 gramos y miden de 10 a 13 centímetros. En México, la mayoría de los colibríes pesan alrededor de 5 gramos y miden 12 centímetros de longitud.
Los colibríes también poseen una peculiar coloración y ornamentación del plumaje, que es iridiscente, con hermosos reflejos metálicos, y muchas veces adornado de crestas y plumas alargadas en el cuello y cola, lo que ha producido que sus nombres comunes, sobre todo en inglés, lleven palabras como gema, topacio, zafiro y esmeralda.
Su corazón alcanza hasta mil 200 latidos por minuto y sus alas se baten hasta 90 veces por segundo. Además, es el único pájaro que puede volar hacia atrás y solo él se suspende en el aire.
Existe la leyenda del colibrí que es una hermosa reflexión de la muerte y el corazón. Se dice que esta ave ha sido muy apreciada desde los mayas y mexicas, quienes la consideraban el mensajero de los dioses por su agilidad para volar.
Nuestros antepasados relacionaban al colibrí con el equilibrio en la naturaleza, gracias a su largo pico que le permite beber el néctar de flores inaccesibles para muchas otras aves.
Esta ave era la encargada de llevar a cabo el encargo de los dioses para transmitir buenos pensamientos entre los hombres e incluso entre los muertos.