Ubicada entre los estados de Puebla y Oaxaca, una reserva es el destino perfecto para los amantes del ecoturismo y la naturaleza. Aquí, las noches estrelladas se convierten en un espectáculo inolvidable, rodeado de cactus gigantes, fósiles milenarios y vestigios arqueológicos que cuentan la historia de Mesoamérica.
Este sitio mágico te invita a desconectarte de la rutina y reconectar con la riqueza natural y cultural del país.
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Se trata de un área natural protegida de más de 490 mil hectáreas que alberga una biodiversidad única en América del Norte. Conformada por sierras, valles y desiertos, esta reserva es el hogar de 45 de las 70 especies de cactus columnares de México, algunos de los cuales alcanzan hasta 20 metros de altura.
Además de su riqueza biológica, el sitio tiene una enorme importancia histórica. En la llamada Cueva del Maíz, en Coxcatlán, se descubrió el maíz más antiguo de Mesoamérica, lo que convierte a la zona en cuna de la domesticación agrícola mesoamericana.
La reserva ha sido reconocida internacionalmente como Reserva de la Biosfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2012 y declarada Patrimonio Mundial en 2018 gracias a su valor ecológico y cultural.
La reserva se localiza al sureste del estado de Puebla, a solo 39.5 kilómetros de Tehuacán, y se extiende hasta Oaxaca, abarcando 21 municipios poblanos y 30 oaxaqueños. Para llegar, se puede tomar la carretera federal 125 en el tramo Tehuacán–Zapotitlán Salinas.
El acceso principal al área natural protegida se encuentra a 146 kilómetros de la ciudad de Puebla y se puede ingresar también mediante transporte local desde Tehuacán, la localidad más cercana que ofrece todos los servicios necesarios: electricidad, transporte, hospital, alojamiento y cobertura móvil.
Una de las experiencias más recomendadas es el recorrido nocturno, donde el cielo limpio y despejado del desierto regala vistas inigualables del firmamento. Bajo ese manto estrellado, el desierto cobra vida con sonidos, sombras y temperaturas distintas, convirtiendo la noche en una aventura sensorial.
Si lo tuyo es el senderismo, la reserva ofrece rutas como la Cañada del León, famosa por sus prismas basálticos, o la Cuenca de los Músicos, con más de 200 pinturas rupestres.
También puedes visitar el Cerro Cuthá, una ciudadela prehispánica de la cultura popoloca con estructuras como la tumba del gobernante Xapotl. Y si prefieres un recorrido más tranquilo, puedes caminar entre plantaciones de maguey, probar pulque tradicional y explorar el Jardín Botánico Helia Bravo Hollis.
La reserva es un paraíso para los observadores de aves: más de 140 especies habitan este ecosistema, incluyendo al majestuoso búho cornudo y el águila real.
Las plantas endémicas como las biznagas gigantes y los cactus columnares hacen que el paisaje cambie de forma y color según la temporada. Entre abril y agosto, se pueden observar flores, frutos e insectos comestibles que enriquecen la experiencia culinaria local.
Explorar la Reserva Tehuacán-Cuicatlán no solo es viajar a un ecosistema único en el mundo, es también una oportunidad para reconectar con la historia viva de México bajo un cielo repleto de estrellas.