El monumento natural más bello de Puebla esconde un tesoro de biodiversidad y paisajes áridos únicos en el mundo. Esta zona, ubicada en el sureste del estado, es poco conocida en profundidad, pero ha sido reconocida por organismos internacionales como un sitio de valor universal excepcional.
Con montañas que nacen entre el silencio del semidesierto, este espacio ofrece un escenario único donde conviven especies endémicas, fósiles milenarios y bosques de cactus columnares que no se encuentran en ninguna otra parte del planeta.
Este increíble lugar es la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, ubicada en 20 municipios del estado de Puebla y 31 de Oaxaca. Fue decretada como Área Natural Protegida el 18 de septiembre de 1998, aunque ya desde antes era reconocida como una zona de conservación prioritaria.
Su extensión abarca más de 490 mil hectáreas, y en su interior convergen tres ecosistemas diferentes: selvas secas, bosques templados y zonas xerófilas. El clima predominante es semicálido, con una temperatura media anual de 25 °C.
Lee más: INAH confirma hallazgo de pinturas rupestres en una cueva de Tehuacán
La Reserva ha sido reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Mundial Mixto debido a su riqueza natural y cultural. Aquí se encuentran:
Además, sus formaciones geológicas, los fósiles marinos, y los paisajes que cambian de color según la estación del año convierten a esta reserva en un sitio ideal para el ecoturismo, el senderismo, la observación de aves y la fotografía de naturaleza.
Desde la ciudad de Puebla, puedes llegar en automóvil en aproximadamente 2 horas, tomando la autopista México 150D hacia Cuacnopalan y luego la carretera 135D hacia Tehuacán. El acceso principal está en el municipio de Tehuacán, aunque existen múltiples rutas y comunidades que ofrecen recorridos y actividades ecoturísticas.
Al visitar este monumento natural, puedes disfrutar de:
La Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán no solo es un sitio de belleza natural impresionante, sino también un laboratorio viviente de la historia geológica y cultural de Mesoamérica. Es un viaje al origen de la agricultura, un refugio para especies en peligro y un espectáculo visual que cambia con cada temporada.
Este lugar, aunque aún poco explorado por muchos, representa uno de los patrimonios naturales más valiosos del país. Una joya escondida entre cactus, fósiles y montañas que esperan a ser descubiertas.