Honey, Puebla, es uno de los destinos más sorprendentes de la Sierra Norte del estado, donde la naturaleza te recibe con un circuito de diez cascadas escondidas entre cerros, puentes colgantes y senderos boscosos. Si buscas desconectar de la rutina, respirar aire puro y reconectar contigo mismo, este paraíso natural es para ti.
El principal atractivo de Honey es el Centro Ecoturístico Cascadas Paraíso, donde podrás recorrer un circuito de cerca de 10 kilómetros que atraviesa un bosque húmedo lleno de pinos, oyameles y cedros. Durante el trayecto, encontrarás:
El recorrido completo toma entre 3 y 4 horas, y aunque algunas veredas son demandantes, existen rutas alternas para regresar en caso de que prefieras acortar el camino.
Lee más: Cuánto cuesta ir a Honey, el paraíso de las cascadas
Entre las más memorables se encuentran:
Desde la ciudad de Puebla, el trayecto en auto toma aproximadamente 2 horas y 50 minutos por la autopista México–Puebla y el Arco Norte, cubriendo cerca de 193 km. Si partes desde Ciudad de México, el viaje dura alrededor de 2 horas y 45 minutos por la México 132D. Ambas rutas incluyen casetas de peaje.
También es posible llegar en transporte público: primero debes tomar un autobús a Tulancingo, Hidalgo, luego otro a Pahuatlán y finalmente una combi a Rincón de Chila, desde donde puedes ingresar al centro ecoturístico.
Honey se encuentra en una zona montañosa con clima templado y húmedo. Es común que haya neblina y lloviznas durante todo el año, especialmente en temporada de lluvias, cuando las cascadas se encuentran en su máximo esplendor. Se recomienda llevar ropa cómoda, zapatos antiderrapantes e impermeable.
El nombre de este municipio es un homenaje a Richard Honey, un empresario británico que fundó en el siglo XIX una fábrica de pigmentos en esta región. Originalmente llamado Chila Honey, en 1993 se simplificó a su nombre actual: Honey. Curiosamente, es uno de los pocos municipios de México con nombre de origen anglosajón.
Honey, Puebla, no es solo un lugar, es una experiencia sensorial. Cada paso entre sus árboles, cada sonido de agua cayendo, y cada ráfaga de viento entre las montañas te recordarán lo que significa estar verdaderamente vivo. Planea tu viaje y deja que la naturaleza te sorprenda.