Sí hubo mar en Puebla. Las huellas de dinosaurios, visibles en la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán y en zonas como Atexcal y San Juan Raya, no solo confirman la presencia de especies herbívoras, carnívoras y voladoras hace más de 120 millones de años, también revelan que gran parte del territorio estuvo cubierto por un mar cálido en la prehistoria.
Hoy, estos vestigios prehistóricos pueden visitarse mediante recorridos ecoturísticos que permiten caminar sobre el pasado geológico de México.
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Los rastros se localizan en tres zonas clave del sur del estado:
En cada sitio se han encontrado entre 5 y 20 huellas, distribuidas en superficies de 200 a 300 metros, expuestas en barrancas, laderas erosionadas y antiguos cauces fluviales. Su descubrimiento fue confirmado por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tras reportes de habitantes locales.
De acuerdo con el análisis paleontológico, los rastros corresponden a:
La variedad de huellas sugiere que la región fue un corredor de vida durante el Cretácico Inferior.
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San Juan Raya es otro punto imprescindible para entender el pasado oceánico de Puebla. Allí pueden verse:
La comunidad opera un Centro Ecoturístico con recorridos guiados, renta de bicicletas, museo paleontológico y gastronomía local. Además, conserva una biznaga monumental de tres mil años conocida como el asiento de suegra.
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En algunas zonas sí, pero se recomienda no hacerlo para evitar desgaste.
Sí. Los restos marinos de Atexcal y San Juan Raya son evidencia directa.
Sí, aunque el último tramo hacia Atexcal y San Juan Raya es rural.
Sí, pero los recorridos guiados ofrecen mejor experiencia y contexto histórico.
Lo que hoy es un valle semidesértico fue, hace millones de años, un paisaje costero donde nadaban moluscos y caminaban dinosaurios gigantescos. Caminar sobre sus huellas no solo es turismo: es entrar a un fragmento del Cretácico que permanece vivo bajo los pies.