Ubicado entre la 3 y la 5 Oriente, en la calle 6 Sur del Centro Histórico de Puebla, el Callejón de los Sapos ha sido calificado por turistas como la calle más bonita y colorida de México. Sus fachadas de colores vibrantes, su arquitectura virreinal y su atmósfera bohemia lo han convertido en una parada obligada tanto para visitantes nacionales como internacionales.
Este emblemático rincón no solo es un festín visual, sino también un espacio cargado de cultura, historia y misterios. Cada fin de semana, el callejón cobra vida con un mercado de antigüedades al aire libre, donde es posible encontrar desde muebles y obras de arte, hasta libros raros y objetos con décadas, o incluso siglos, de historia.
El origen del nombre
Pocas personas conocen la verdadera razón por la cual este sitio se llama Callejón de los Sapos. Durante la época colonial, la zona era frecuentemente inundada por el río San Francisco, que cruzaba la ciudad y dejaba el área anegada. Estas condiciones propiciaban la aparición de sapos y ranas, cuyos croares se escuchaban por toda la calle. Con el tiempo, el apodo popular derivó en el nombre oficial que hoy conserva.
Para rendir homenaje a esos antiguos habitantes anfibios, en la plazuela principal del callejón se instaló una fuente con la figura de un sapo, que hoy es uno de los puntos más fotografiados por los visitantes.
Fue en la década de 1960 cuando este barrio comenzó a transformarse en lo que hoy conocemos. El comerciante Salvador Macías adquirió una casona abandonada y abrió una tienda de antigüedades. Poco después, otros anticuarios como Manuel Espinoza, Esteban y Gerardo Chapital, y Carlos Olea siguieron sus pasos.
En 1976, el gobernador Alfredo Toxqui Fernández de Lara oficializó el tianguis del Callejón de los Sapos y se llevó a cabo una remodelación que impulsó su popularidad. Desde entonces, miles de personas han recorrido sus adoquines en busca de pequeños tesoros con gran valor histórico o sentimental.
Incluso celebridades como Carlos Slim, Michael Douglas y Nelson Rockefeller han visitado este lugar, atraídos por su oferta única y su ambiente pintoresco.
Color, historia y vida nocturna
Además de ser un paraíso para los amantes de las antigüedades, el Callejón de los Sapos también se ha consolidado como un punto clave de la vida nocturna poblana. A partir de los años 90, comenzaron a instalarse bares, restaurantes y cafeterías que revitalizaron la zona y atrajeron a un nuevo tipo de público.
Hoy, tanto de día como de noche, el callejón ofrece una experiencia única. Las luces colgantes, la música en vivo, los aromas de la gastronomía local y la calidez de sus habitantes crean una atmósfera difícil de olvidar.
Entre los secretos mejor guardados del callejón están los túneles subterráneos que conectan algunas de sus antiguas casonas. En el siglo XVIII, estas propiedades pertenecieron a comerciantes adinerados que utilizaban los túneles para transportar mercancías o escapar en momentos de peligro. Aunque muchos de estos pasadizos permanecen cerrados al público, algunos vecinos aseguran haber encontrado accesos ocultos en sus casas.
Y no todo es historia documentada. Algunos objetos que se venden en el tianguis dominical están rodeados de misterio. Hay quienes aseguran que ciertos relojes, retratos o muebles están encantados o han pertenecido a figuras históricas. Las leyendas urbanas también hablan de apariciones nocturnas, como la figura de una mujer que se asoma por una ventana a medianoche.
En plataformas como TripAdvisor, los comentarios son positivos. Turistas lo describen como un "bazar con esencia poblana" y un espacio "lleno de vida" tanto de día como de noche. La mezcla entre antigüedades, arquitectura, cultura y ambiente hacen que muchos lo consideren el corazón bohemio de Puebla.
Visitar el Callejón de los Sapos es recorrer un museo viviente. Desde los colores de sus muros hasta los objetos que cambian de dueño cada fin de semana, cada rincón tiene algo que contar. Si aún no lo conoces, prepárate para dejarte sorprender por la calle más bonita y colorida de México, según quienes ya han vivido la experiencia.