Este 13 de septiembre 2022 se conmemora el 175 Aniversario de la Batalla del Castillo de Chapultepec y la Gesta Heroica de los Niños Héroes.

Dicho episodio de la historia de México ocurrió el 13 de septiembre de 1847, fecha en que un grupo de jóvenes cadetes lucharon contra el ejército de Estados Unidos, país que invadió México desde mayo de 1846.

Juan Escutia, Agustín Melgar, Juan de la Barrera, Vicente Suárez, Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca son los nombres que en la historia de México se recuerda como los Niños Héroes.

Entre los aguerridos cadetes hubo varios poblanos, pero un nombre ha pasaso a la historia, el de Vicente Suárez.

El hijo predilecto de Xochitlán

José Vicente de la Soledad Suárez Ortega nació en Xochitlán, Puebla, el 3 de abril de 1833-Ciudad de México.

Su nombre es recordado junto a los otros cinco cadetes cuyos restos descansan en el Altar a la Patria, ubicado en la primera sección del Bosque de Chapultepec.

Vicente Suárez ingresó al Heroico Colegio Militar en noviembre de 1845, apenas unos meses antes de que Estados Unidos invadiera México. El joven poblano tenía 12 años.

Al igual que otros jóvenes, el sueño de Vicente Suárez era servir a su patria.

Fue destinado a la segunda compañía de cadetes.

Durante la Batalla del Castillo de Chapultepec, entonces sede del Colegio Militar, se cree que Vicente Suárez fue el primero de los cadetes en morir, pues fue de los primeros en enfrentarse a los estadounidenses debido a que se encontraba en labores de centinela.

El escritor José T. Cuéllar,quien utilizaba el seudónimo de Facundo, participó en la Batalla de Chapultepec, pues en aquellos años estudiaba en el Colegio Militar. Fue él quien narró lo siguiente sobre la muerte del cadete poblano:

“El alumno Suárez era delgado, nervioso y de constitución delicada pero de mirada viva y de ánimo resuelto. Desde que comenzó el asalto, el fuego de fusilería se generalizó por todas las líneas. Yo me mezclé de mi orden en un pelotón de soldados del batallón de San Blas y me puse con ellos a hacer fuego en el pasillo o glorieta semicircular del mirador. Después de haber agotado el parque de mi cartuchera, una detonación sobre mi cabeza me hizo volver la cara: el enemigo estaba a cinco pasos. En ese momento vi correr a Suárez con su pequeño fusil en la mano, a tiempo que el primer estadounidense bajaba la escalera. Suárez subió a su encuentro y con formidable golpe atravesó al enemigo por el estómago”. 

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