Con las altas temperaturas que siguen en el territorio mexicano, la gente ya no sabe a quién encomendarse, pero pocos conocen que, dentro del catolicismo, existe un santo al que se le reza para que llueva.
Año con año tiene su fiesta cada 15 de mayo en distintas parroquias y templos religiosos y en Puebla no es la excepción. Incluso, hay quienes sacan las imágenes para llevarlas en procesión a campos de cultivo, con la intención que bendiga las tierras y pronto el agua de lluvia caiga.
Se trata de San Isidro Labrador, que de acuerdo al portal católico ACI Prensa, fue un hombre que nació en 1082 en lo que se denominaba el Mayrit musulman de Madrid, España, una zona ocupada por los musulmanes que habían invadido la península ibérica.
A los 10 años de edad quedó huérfano, pero mantuvo las enseñanzas de sus padres, que eran campesinos con un profundo amor a Dios, a ser caritativo con el prójimo y a vivir en oración.
Siendo mayor se casó con María de la Cabeza, quien también llegaría a ser santa y lo motivaba a seguir trabajando en el campo.
Antes de acudir a sus labores del campo, Isidro iba a misa muy temprano y eso lo retrasaba para empezar a trabajar, situación que molestaba a los demás trabajadores.
Llenos de envidia fueron a ver al dueño de las tierras para acusarlo de holgazán, por lo que el dueño acudió muy temprano al campo y verificó que efectivamente Isidro no llegaba aún por estar en misa.
Pero eso no fue todo, el dueño, conocido como Juan de Vargas, quedó impactado al ver que, mientras Isidro no llegaba, los bueyes con los que trabajaba movían el arado como si alguien los estuviera guiando. Así, nació el rumor de que mientras Isidro estaba en misa, un ángel cubría su puesto en el campo.
Cuando el patrón le preguntó al hoy santo qué hacía con los bueyes para que trabajaran solo, solo respondió que no sabía, ya que la única ayuda que recibía era la de Dios y lo tenía presente todo el día y en su trabajo.
El señor Vargas, que sabía de la fama de santidad de su trabajador, entonces comprendió lo que vio y lo animó a que siguiese con sus devociones. Al final, las tierras labradas por San Isidro terminaron siendo las mejor trabajadas y con espera de una gran cosecha.
También existe la versión que San Isidro hizo un milagro. Resulta que un niño cayó con una canasta a un pozo muy profundo e Isidro junto con su esposa se acercaron para ayudarlo, pero no había manera de lograrlo.
Dicen que Isidro optó por ponerse a rezar de rodillas y a implorar ayuda a Dios, entonces las aguas del pozo empezaron a subir y el pequeño apareció en la superficie dentro de la canasta, sano y salvo.
Isidro murió en 1122 d. C por razones que no se saben, pero lo que sí se conoce es que en Madrid su cuerpo había sido sepultado y después de 43 años de sepultado, los campesinos, dentro de su desesperación porque era un año de mucha sequía y los campos no daban frutos, decidieron desenterrarlo y llevar su cuerpo al campo.
Su sorpresa fue mayor al darse cuenta de que después de varios años su cuerpo seguía incorrupto y lo consideraron como un milagro, además que ese día sí llovió en el campo.
Actualmente, en algunas comunidades cada 15 de mayo se celebran misas y se realizan ofrendas de semillas para que reciban la bendición de San Isidro y se logren buenas cosechas.