La celebración del Día de Muertos en México, implica de acuerdo con la tradición, el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan durante esos días al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y al mismo tiempo nutrirse de la esencia del pan de muerto y todos los alimentos que se les ofrece en los altares puestos en su honor.

Durante la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán.

De igual forma le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.

Antes de la llegada de los españoles a Mesoamérica, se hacía la "papalotlaxcalli" o pan de mariposa que era exclusivo de esta ceremonia, de acuerdo con el (INPI).

En tanto que , relata en su crónica sobre la ofrenda de Huitzilopochtli que en esta celebración "no comían otra cosa que no fuera tzoalli con miel".

El arqueólogo poblano, Eduardo Merlos, señala que en el tiempo prehispánico, las calaveras (figuras de cráneo), se hacían con el tzoalli , el cual se amasaba con miel de maguey y  con ello hacían la figura que servían para que los niños jugaran o se pusieran en la comida especial para los muertos en la casa, por lo que estas ‘calaveritas’ no son invento de la época posterior a la conquista, son una tradición que le antecede.

Puebla, primer lugar en Mesoamérica donde se elaboró pan de trigo

Merlos indica que cuando los españoles trajeron el trigo, los tahoneros o panaderos españoles, de inmediato comenzaron a elaborar pan, porque además, los primeros molinos de pan-moler, se instalaron en lo que ahora es la ciudad de Puebla.

El río de San Francisco, era quien aportaba el agua para que las ruedas de los molinos trabajaran y el trigo que se traía de Atlixco servía para hacer el pan de trigo.

El arqueólogo poblano, también señala que muy probablemente, los ayudantes indígenas de los panaderos españoles, comenzaron a aprovechar la masa para preparar un pan especial que se pondría en el altar de muertos.

Originalmente los primeros panes realizados para dichos fines eran una media esfera a la que en la parte alta se les acomodaban huesos cruzados con una calavera, porque con ello se indicaba que se trataba de un pan dedicado a los muertos.

Ya con el tiempo esa dedicación para preparar el pan se fue relajando y dieron como resultado las hojaldras que tienen dos realzados que se cruzan y con la bolita hasta arriba que se supone, era la calavera que se colocaba en un principio.

Pero aquellos panes del siglo XVI-XVII se metían al horno para que se dorara la corteza y se les ponía ajonjolí.

Calaveritas de azúcar comenzaron a realizarse después de la conquista

En cuanto a las calaveritas, Eduardo Merlos señala que las primeras calaveritas hechas con amaranto comenzaron a ser sustituidas por calaveras de azúcar, un ingrediente que trajeron los españoles y que de inmediato se integró a las cocinas mesoamericanas.

Una vez que los mestizos aprendieron a trabajar con la azúcar, comenzaron a elaborar para esta fiesta, calaveras huecas, ideando además colocarles el nombre de la persona a quien se le regalaba, generalmente vivos.

El arqueólogo poblano refiere que durante , la muerte comenzó a tomar una filosofía entre los mestizos, muy distinta del mundo prehispánico, porque ya apareció lo gracioso y la gente se comenzó a burlar de la muerte, estilizándola con las calaveras de dulce.

Pan de muerto en Puebla

Merlos indica que Puebla es un estado muy rico en la variedad de pan para difuntos, como en el caso de la zona de Cholula y Atlixco, donde se hacen unos panes que parecen yoyos, llamados tlacotonales, que significa, media vida.

Además de los rosquetes, y unas hojaldras muy pequeñas también conocidas como pan quintalero, porque se vendían por quintales que se solían acomodar en las ofrendas de los niños.

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