Este fin de semana en los hogares y calles de Puebla se vive una mezcla de tradiciones muy singular, pues es común ver a niños y jóvenes disfrazados de algún personaje de Halloween y a la vez, cruces de cempasúchil y altares dedicados a los muertos.
Los comercios también reportan un alza en la venta de disfraces, así como en flores, calaveritas, veladoras, copal y todo lo necesario para montar las tradicionales ofrendas.
El 31 de octubre es día de Halloween o Noche de Brujas para los anglosajones, por lo que es una fecha especial en Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido.
Tiene su origen desde hace dos mil años en los pueblos celtas, pues ese día marcaba el fin de las cosechas y el inicio de la incertidumbre y la oscuridad. Desde entonces se creía que las almas de los difuntos llegaban esa fecha y para protegerse, las familias encendían hogueras y dejaban alimentos afuera de sus puertas para no enfadar a los muertos.
Además, se disfrazaban con máscaras y pieles de animales para pasar desapercibidos o intimidar a los espíritus, de ahí a que ahora con la modernidad, se usen los típicos disfraces de Halloween.
Debido a la influencia de la cultura norteamericana, en México y en otros países de América Latina y Europa se ha apropiado esta celebración. Sin embargo, la más importante para las familias mexicanas sigue siendo el Día de Muertos, con la visita y una velada en los cementerios y la colocación de ofrendas.
La tradición mexicana de colocar los altares -que inicia el 27 de octubre de cada año-, marca que el 30 y 31 de octubre, llegan las almas de los bebés o niños que murieron sin ser bautizados.
Por ello, los padres, hermanos, abuelos o tíos que perdieron a un hijo, hermano, nieto o sobrino, colocan en la ofrenda juguetes, algún dulce y la foto de estas almas que se conocen como muertos chiquitos o angelitos.
Se dice que sus almas llegan desde la madrugada del 30 de octubre y permanecen en el hogar hasta la noche del 31 de octubre.