En el corazón de la Sierra Norte de Puebla, a solo 9 kilómetros del municipio de Huauchinango, se encuentra Xilocuautla, un lugar donde la naturaleza y la cultura se unen para crear un destino mágico y poco explorado.

Xilocuautla, cuyo nombre proviene del náhuatl y significa “lugar de elotes que crecen como los árboles de campo”, es una comunidad que guarda con celo sus raíces y tradiciones.


Uno de sus principales atractivos es el Cerro Zempoaltépetl.

Este cerro también es conocido como el gran guardián de Huauchinango, pues se alza imponente a 2,500 metros sobre el nivel del mar.

Esta montaña sagrada, visible desde cualquier punto del Pueblo Mágico, es el sitio perfecto para una caminata de 12 kilómetros entre miradores y bancos de niebla.

Por su elevación y formación, el Zempoaltépetl es una montaña y no un cerro, de hecho se formó de los restos de un volcán, quedando solamente lo que se le conoce como cámara magmática.


La Cascada de Las Brujas es otro tesoro de Xilocuautla. Oculta en un bosque y con una caída de más de 30 pies, esta cascada ofrece un espectáculo natural de aguas cristalinas y aunque su acceso puede ser un desafío, es ideal para los amantes de la aventura y adrenalina.

Otro de sus atractivos turísticos es el criadero de truchas de Xilocuautla, un lugar imperdible para los amantes de la gastronomía.

Aquí, los peces se crían en aguas provenientes de manantiales naturales, garantizando un sabor fresco y único.

Cerca de este criadero está Ikxixantil (Pie Antiguo) un lugar que invita a los visitantes a explorar un pasado misterioso.



Este sitio es famoso por sus piedras con marcas de pies gigantes y jeroglíficos que cuentan historias de antiguas civilizaciones.

La comunidad de Xilocuautla, compuesta principalmente por indígenas, aún conserva sus costumbres y tradiciones. Desde los rituales de sahumado en los temazcales hasta la elaboración de textiles con bellos bordados, cada práctica es un testimonio vivo de una cultura rica y profunda.

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