El Día de Muertos, es una celebración que se realiza en nuestro país en donde la muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido.

Esta celebración desde la visión indígena, implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.

En el cuaderno “La festividad indígena dedicada a los muertos en México”, publicado por en 2006, se señala que durante la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. De igual forma le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.

La festividad del Día de Muertos que cada año se lleva a cabo en nuestro país, nos muestra el sincretismo resultado de largos procesos culturales, por lo que resulta fundamental anotar que más de 40 grupos indígenas en el territorio nacional, sostienen rituales asociados con esta celebración.

1 y 2 de noviembre ¿a quiénes se festeja?

Oficialmente, según el calendario católico, el día 1 de noviembre está dedicado a Todos Santos y el día 2 a los Fieles Difuntos. Sin embargo, en la tradición popular de gran parte de la República Mexicana, el día 1 se dedica a los muertos chiquitos o niños fallecidos, y el día 2 a los adultos o muertos grandes.

No obstante, se dan una serie de variantes a lo largo del país: en algunos lugares se dice que el 28 de octubre es el día de los matados, o sea de aquellos muertos en accidente, y que el día 30 de octubre llegan las almas de los limbos, es decir, de los niños que murieron sin ser bautizados

Esta distinción de dos celebraciones de muertos según la edad, proviene de la época prehispánica. dice que en el ritual indígena nahua existían dos fiestas dedicadas al culto a los muertos: Miccailhuitontli o Fiesta de los Muertecitos, que se conmemoraba en el noveno mes del calendario nahua, y equivalía al mes de agosto del año cristiano; y la Fiesta Grande de los Muertos, celebrada el décimo mes del año.

Estas fiestas, además de dedicarse a los muertos, también eran propiciatorias de la agricultura, ya que en ese mes (agosto para los cristianos) debido al hielo, temían los indígenas la muerte de las sementeras. Para ello se “apercibían con ofrendas y oblaciones y sacrificios”.

¿Por qué hacer una ofrenda el Día de Muertos?

El texto de Conaculta señala que dentro del complejo marco del culto y del servicio a los muertos, la ofrenda tiene un papel preponderante, es el centro de la celebración. Sabemos que en la descripción de los ritos y el ceremonial para la atención y servicio de los muertos la ofrenda representa una de las fases de interpretación más trascendentes del culto.

Ofrendar es compartir con los parientes difuntos ciertos goces de la vida y algo de los frutos obtenidos en la anualidad pasada.

Si el servicio de la comunidad para sus muertos se identifica básicamente en el modo de ofrendar, la ofrenda no se otorga como una dádiva sino como un ofrecimiento o sufragio coaccionado por una tradición que hace realidad la existencia de las ánimas.

La ofrenda se prepara y exhibe como expresión de sentimientos aparentemente de gratitud, amor y veneración, que no pueden esconder el temor a la insatisfacción y al disgusto de los sobrenaturales visitantes.

Así la ofrenda se obsequia como un acto de homenaje, constituyéndose por ello en carga sagrada, en acto de aseguramiento para quien según sus vínculos familiares o de intereses está obligado a recibir y atender a las ánimas que en noviembre acuden a su antiguo hogar a disfrutar de las buenas cosas que en su situación y recinto de difuntos (el panteón) no puede obtener.

Una ofrenda completa debe tener los siguientes elementos conformadores:

  1. Flores
  2. Ceras o veladoras
  3. Alimentos
  4. Bebidas alcohólicas
  5. Imágenes religiosas

Día de muertos en Puebla ¿Cómo se celebra?

El Día de Muertos en Puebla se comienza a celebrar desde el 28 de octubre y concluye hasta el 2 de Noviembre.

Los festejos comienzan con la colocación de altares en honor a los seres queridos que ya partieron, las Familias poblanas visitan el cementerio y comen sobre la tumba, mientras que están  acompañados por el alma de su difunto, les llevan flores y objetos personales y limpian la tumba del difunto.

El homenaje que se le realiza a los difuntos en la Sierra Norte de Puebla incluye tamales, pues se considera que este platillo es una metáfora del cuerpo humano en la medida en que la hoja de maíz que cubre al tamal juega el papel del ataúd; el maíz, con el que se elabora el tamal juega el papel de la carne y el mole o las salsas, la sangre y los fluidos corporales.

De manera general en el estado se hacen ofrendas en las casas sobre mesas o petates decorados, a los niños difuntos en la sierra se les ofrenda mole de guajolote, frijoles, tamales, pan, champurrado y naranjas, limas, plátanos y jícamas.

Mientras que las ofrendas para los adultos incluyen refino (un destilado primo del  tequila y el mezcal) pulque, cerveza y cigarros.

La levantada de la ofrenda se realiza el 3 de noviembre cuando la familia hace un intercambio de la comida de las ofrendas y va al panteón a dejar flores.

En el Valle los festejos a los muertos son con mole de pollo, tamales, pan dulce, calabaza, tequila y un jarro de pulque. "Punche, calabaza y miel” es lo que se pone en la ofrenda en la ciudad de Puebla. Mientras que en la mixteca se coloca mole y huaxmole y pan de muerto.

Así son los festejos para el Día de Muertos en Puebla

  1. 28 de Octubre. Se recuerda a quienes perdieron la vida en un accidente vial.
  2. 29 de Octubre. Se recuerda a quienes fallecieron en un evento violento.
  3. 30 de Octubre. Quienes perecieron por ahogamiento.
  4. 31 de Octubre. Se recuerda a los Niños Difuntos.
  5. 1 y 2 de Noviembre. Se rinde homenaje a los todos los difuntos en general.

UNESCO declaró la festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

La (UNESCO), declaró en 2008 esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y significado en tanto se trata de una expresión tradicional -contemporánea y viviente a un mismo tiempo-, integradora, representativa y comunitaria.

Para la UNESCO, el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. También contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México.

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