El puerto de Mariupol fue blanco ayer de intensos ataques rusos, que dejó escenas desoladoras. Ilya estaba jugando futbol con
sus amigos David y Artom, todos de 15 años, cerca de la escuela, cuando fueron impactados por el bombardeo ruso.

Las piernas de Ilya quedaron totalmente destrozadas. Las de David y Artyom, acribilladas por la metralla. De inmediato, sus compañeros los subieron como pudieron a un vehículo y los trasladaon al hospital de maternidad, convertido en un pabellón médico.

Serhii, el padre de Ilya, estaba aterrado. Pero cuando llegaron al hospital, Ilya estaba muerto: “¡Mi hijito, mi hijito!”, Serhii no paraba de llorar.

Cuando Yevghen Sboromyrskiy vio su casa quemarse tras un ataque ruso en las afueras de Kiev, se puso a temblar tanto que no pudo ni llevarse un cigarro a los labios.

Con cada detonación, los vecinos de Irpin, al noroeste de Kiev, se agachaban detrás de unas vallas.

Pero Sboromyrskiy, estupefacto, se quedó de pie en medio de la calle, temblando de miedo. "Estaba abriendo el refrigerador para agarrar unos huevos", explica el hombre de 49 años, entre lágrimas. "Después, hubo un gran estruendo y el frigorífico se me cayó encima, y luego lo hizo toda la casa", rememora.

En su jardín trasero, su pastor alemán empezó a ladrar y a correr en círculos mientras, la casa se quemaba y se intensificaban los combates.

El humo se hizo más espeso y sus vecinos empezaron a gritar, tratando de advertirle de la explosión de un tanque de reserva de combustible en una bodega.

Sboromyrskiy empezó a correr, con su camiseta cubierta de hollín, antes de detenerse y caer sobre sus rodillas.

Gracias a Dios. Esa cosa se estrelló en su cuarto", cuenta. "Podían haber muerto", dice, antes de soltarse a llorar.

Una semana después del inicio de la invasión militar de Rusia a Ucrania, los ataques mortales e indiscriminados contra barrios residenciales se han intensificado.

En las afueras de Kiev, la capital, el panorama se transformó en columnas de humo negro. Los pobladores de la zona están asustados y al mismo tiempo, desconcertados.

No está claro cómo piensan los militares rusos tomar la ciudad desde este frente, ya que el gobierno de Ucrania decidió destruir los puentes de la zona occidental de la capital para impedirles el paso.

"No sé qué están haciendo los tanques porque no pueden cruzar el río para llegar a Kiev", afirma un guardia de seguridad local, Vasyl Prikhodko. "Están disparando a cosas. Luego retroceden.

Tal vez sólo tratan de asustarnos", dice el hombre, de 47 años. Bucha, la ciudad colindante de Irpin, se ha convertido en un cementerio de vehículos blindados rusos que intentaron entrar en Kiev la semana pasada.

En una calle de esta ciudad desértica y parcialmente destruida, están los restos calcinados de tanques y otros vehículos blindados.

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