Zach Cregger debutó como director de cine en 2009 con una comedia adolescente llamada “Miss Marzo”, la cual pasó desapercibida en un momento donde las comedias de ese tipo iban en declive y el poco mercado era acaparado por películas de parodia hacia géneros fílmicos. A partir de aquí, Cregger se mantuvo en el género con su siguiente filme, La Guerra Civil contra las Drogas de 2011, hasta que en 2022 dio un giro radical con su tercer proyecto: Bárbaro.

Escrita y dirigida por Cregger, Bárbaro encontró el éxito en el cine post pandemia debido a su sencillez narrativa y al jugar con la expectativa de la audiencia con dos protagonistas cuyas desventuras convergen en un espiral de horror con una buena pisca de incertidumbre.

El filme fue un éxito taquillero y en críticas – al menos dentro del mundo post pandemia –, lo que catapultó a Cregger al mundo del horror, logrando producir dos películas más en el género – Marte (2024) y Compañera Perfecta (2025) – previo a regresar a la silla del director con La Hora de la Desaparición, la cual ha acumulado una gran expectativa, no sólo por el éxito de Bárbaro, sino por la viralización de una historia donde se afirma que Jordan Peele – director de Huye (2017), Nosotros (2019) y Nop (2022) – peleó con uñas y dientes para adquirir el guion y producirlo, resultando en el despido de todo su equipo cuando New Line Cinema obtuvo la victoria.

Surge la pregunta: ¿será esta la gran revelación del horror en el 2025? ¿Estamos ante un clásico instantáneo? ¿Podrá Cregger seguir con el nivel de calidad que ofreció con Bárbaro?

Así llega La Hora de la Desaparición. Dirigida por Zach Cregger (Bárbaro, Compañera Perfecta) y protagonizada por Julia Garner (Hombre Lobo, Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos), Josh Brolin (Avengers: Endgame, Duna: Parte Dos), Cary Christopher (Mank, The Rookie), Alden Ehrenreich (Oppenheimer, Ironheart), Austin Abrams (Ciudades de Papel, Lobos), Benedict Wong (Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, Proyecto Géminis) y Amy Madigan (Reconstruir, Criatura Oscura).

En esta historia de horror y misterio, seguimos a la profesora Justine Gandy (Julia Garner), quien se adentra en un espiral de desesperación luego de que 18 niños de su clase desaparecieran sin dejar rastro. Cuando Archer Graff (Josh Brolin), padre de uno de los niños desaparecidos, descifra una pieza clave del misterio, Justine se le unirá para resolver lo que sucede antes de que una extraña amenaza consuma al pueblo y al único sobreviviente del caso, el joven Alex Lilly (Cary Christopher).

Julia Garner interpreta a una protagonista diferente, quien se construye alrededor de sus peores características | Foto: New Line Cinema
Julia Garner interpreta a una protagonista diferente, quien se construye alrededor de sus peores características | Foto: New Line Cinema

La Hora de la Desaparición tiene tres grandes problemas: tono, narrativa y ritmo. El primero tiene que ver con un aparente esfuerzo por recapturar lo que hizo especial el funcionamiento de Bárbaro, donde el horror y el gore se combinaba con una buena dosis de humor negro y bromas físicas ocasionales que aliviaban el ambiente y dotaban a la escena con una dinámica particular, dado que estas eran escritas para nacer por parte de los personajes, y no como un chiste que intentara sumarse a la escena. En el caso de este filme, sucede completamente lo contrario.

El humor agregado dentro de La Hora de la Desaparición nace como un gag dentro de la secuencia, lo que interrumpe por completo cualquier tipo de tensión construida por el escenario, los personajes o el momentum de la historia, volviéndose aún más problemático cuando estos elementos no formaban parte de su estructura desde la primera secuencia, creciendo cada vez más a partir de la segunda mitad del filme y apoderándose de la situación por completo hacia la última secuencia en pantalla.

Como resultado, la película sufre de una crisis de identidad por la mayor parte de su segunda mitad, naciendo como una película de horror y misterio, hasta lentamente desintegrarse hacia una amalgama cómica que no sabe con certidumbre cómo concluir su historia.

La narrativa, por su parte, se encuentra dividida en seis perspectivas, de las cuales tres no aportan absolutamente nada a la historia general más allá de ciertos detalles que adelantan las respuestas del misterio para la audiencia, pero encierran esa información dentro de perspectivas extremadamente específicas, dejando ciegos, y en un océano sin respuestas, a los personajes que realmente necesitan vincularse con todos los hechos dentro del filme.

Las tres historias sobrantes se vinculan en los últimos diez minutos de la película, y de ellas, sólo dos mantienen una interacción continúa entre sí, pero sin conectarse con lo que verdaderamente está sucediendo, mientras que la última historia es la única que realmente entrelaza todos los elementos del filme de una forma cohesiva, y esta, a pesar del poco tiempo en pantalla, resulta ser la del niño Alex Lilly, interpretado por Cary Christopher.

Los niños que participan en la película reciben un gran momento estelar en la última parte, la cual también es la más sangrienta | Foto: New Line Cinema
Los niños que participan en la película reciben un gran momento estelar en la última parte, la cual también es la más sangrienta | Foto: New Line Cinema

Más allá de la historia de Lilly – la cual se encuentra en el epicentro de los hechos y se confronta directamente con la fuerza antagonista –, el resto de las perspectivas se dedican, la mayor parte del tiempo, a relatar acontecimientos paralelos con pequeñas pizcas de conceptos fantasiosos y de terror que poco o nada tienen que ver con el desenlace y el propósito del filme, lo que provoca la pregunta de si existe una doble narrativa o metáfora con respecto al tema de la historia, pero todos los elementos están tan desconectados – especialmente con la nota final de la película – que es imposible determinar de qué está hablando de forma específica.

Lo anterior abre la puerta a interpretaciones variadas y es innegable, pero son tantas que parece que habla de todo y absolutamente nada. No se construye un terreno específico sobre el cual desarrollar su argumento o incluso su propia historia como experiencia, pues muchas escenas recuerdan a conceptos, temas y tonos de otros filmes dentro del género que han hecho un mejor trabajo.

Con respecto a las actuaciones, todo el elenco entrega un trabajo destacable. Garner y Brolin levantan sobre sus hombros todo el peso actoral del filme, con Brolin entregando una interpretación parcialmente seria que se asemeja a sus trabajos anteriores, y Garner destacando por interpretar un personaje que brilla por vivir alrededor de sus peores características y motivos, lo que hace atractiva la primera parte del filme, pues seguimos una perspectiva que nace del egoísmo en medio de una tragedia.

Josh Brolin es el gran coprotagonista de la historia, aunque su lado de la narrativa concluye de manera abrupta | Foto: New Line Cinema
Josh Brolin es el gran coprotagonista de la historia, aunque su lado de la narrativa concluye de manera abrupta | Foto: New Line Cinema

Wong, Ehrenreich, Abrams y Lilly hacen lo suficiente con el material entregado, sin brillar en el acto, mientras que Madigan parece disfrutar cada momento de su interpretación, lo cual hace que todas sus escenas sean más disfrutables de lo que en realidad son.

En aspectos técnicos, el filme carece un poco de ambientación y atmósfera, manteniéndose en una perspectiva suburbana sospechosa, pero no necesariamente siniestra, lo cual traiciona al tono del filme hacia el final. La fotografía es sencilla, aunque existen ciertas secuencias con gran creatividad en el movimiento y en la exactitud de su coordinación con los actores.

El departamento de maquillaje y efectos prácticos brillan hacia el final de la película, y son responsables de entregar los mejores aspectos visuales de toda la obra.

New Line Cinema ya está en pláticas para hacer una precuela enfocada en el personaje de Amy Madigan | Foto: New Line Cinema
New Line Cinema ya está en pláticas para hacer una precuela enfocada en el personaje de Amy Madigan | Foto: New Line Cinema

Finalmente, La Hora de la Desaparición no es la quinta esencia del cine de horror moderno, y no está ni cerca de ser una revolución cinematográfica. Se trata de una película más dentro del recorrido del año, la cual se atribuye el ser más inteligente de lo que realmente es, y se tropieza con sus propias ambiciones. Es una experiencia parcialmente entretenida, pero no lo suficiente como para ser testigo de ella en cines.

6/10

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