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La Leyenda de Ochi

Una pequeña gran aventura para chicos y grandes sobre la naturaleza y la identidad

La Leyenda de Ochi | Foto: Especial

Durante los 80’s, el género de las películas de aventura fue uno completamente aprovechado para filmes de categoría familiar, lo cual, en su momento, permitía una variedad de subgéneros como la acción, comedia, fantasía o incluso fantasía oscura, ofreciendo historias entrañables y llenas de significado para niños y adultos, lo cual no implicaba un alejamiento de los escenarios más fantasioso y oníricos posibles, sino que los abrazaba y jugaba con la rareza de sus propios mundos para hacer del viaje un divertido y emocionante.

Dentro de esos filmes, como Los Goonies (Dir. Richard Donner, 1985), Cariño Encogí a los Niños (Dir, Joe Jognston, 1989), La Historia sin Fin (Dir. Wolfgang Petersen), Laberinto (Dir. Jim Henson, 1986) y La Princesa Prometida (Dir. Rob Reiner, 1987) por mencionar algunos, nos encontramos con un arte que fue desapareciendo con el tiempo hasta encontrar un pequeño renacimiento contemporáneo: el manejo de títeres.

Cada una de estas historias cuenta con algún elemento de títeres completamente icónico en el mundo del cine, elevado con el gran trabajo de escenografía para traer a la vida seres fantásticos realistas que den vida las propias historias. Con el auge de la IA, este arte, y muchos otros en el mundo de los efectos visuales, se ven amenazados, especialmente cuando los estudios buscan simplificar el trabajo para lanzar estrenos lo más pronto posible con la esperanza de generar ganancias sin importar el estado del producto final.

Ante este panorama, resulta intrigante que A24, estudio reconocido por apostar por historias diferentes, haya decidido producir una película con un propósito similar a las aventuras familiares de los 80’s con todo y una tecnología de títeres actualizada en pantalla ¿Dará resultado actualizar una vieja técnica para traer a la vida un género algo olvidado en el gran panorama del cine hollywoodense?

Así llega a los cines La Leyenda de Ochi. Dirigida por Isaiah Saxon (Earth Crisis, DIY) y protagonizada por Helena Zengel (System Crasher, News of the World), Willem Dafoe (Tipos de Gentileza, Nosferatu), Finn Wolfhard (Eso, Cazafantasmas: Apocalipsis Fantasma) y Emily Watson (Everest, Chernóbil).

En esta aventura de fantasía seguimos la historia de Yuri (Helena Zengel), una niña que vive sofocada por el excéntrico estilo de vida de su padre Maxim (Willem Dafoe), quien se encuentra obsesionado con el exterminio de los Ochi, criaturas fantásticas que se ocultan en el bosque. Cuando Yuri se encuentra con un bebé Ochi, decidirá emprender un viaje para devolverlo con su familia, descubriendo su propio coraje y el valor del mundo que la rodea.

La efectividad dentro de la historia de La Leyenda de Ochi radica en dos sencillos elementos que dotan al filme con toda su identidad: simpleza y corazón. Su guion se escribe bajo una estructura común y rápidamente digerible, planteando un viaje del héroe en compañía de una criatura misteriosa que reta todo tipo de sistema de creencias dentro de la vida de la protagonista, invitándola a redescubrir su verdadera identidad, aunque deba retar a las autoridades que desean implementar su propia visión del mundo sobre ella.

Es a través de la inocencia infantil como resulta mucho más sencillo y fascinante el redescubrimiento del mundo, en especial cuando se construye la relación entre Yuri y Ochi, la cual goza de momentos divertidos llenos de importancia ecológica, que es justo donde el núcleo del filme radica por completo, desarrollando la idea de la protección natural y la necesidad del vínculo de la humanidad con el mundo desde temprana edad a través de la comprensión y la compasión.

Como director en su debut, Isaiah Saxon se luce al saber cómo nivel acción, sentimiento, silencio y conflicto, dejando espacio para que cada escena avance progresivamente hacia la siguiente sin abandonar ni traicionar ningún tema establecido. Las actuaciones, en este rubro, son exactas y justas, con Willem Dafoe y Emily Watson ofreciendo actuaciones carismáticas y llenas de pensamiento, en especial al ser ellos quienes cargan el reflejo más maduro de la historia, representando el lado adulto, herido y sesgado de la perspectiva hacia la naturaleza y hacia lo diferente.

Por su parte, Helene Zengel se luce en el papel protagónico, capaz de ser tanto seria como divertida dentro de la misma escena, aportando un sentimiento de curiosidad y valentía genuino que impulsa la película hacia delante todo el tiempo. Por otro lado, Finn Wolfhard queda sobrante al no tener más que un breve arco insinuado que jamás llega a proliferar debidamente.

La creatividad dentro del filme también es algo destacable, en especial respecto a la construcción de su propia fantasía y en el diseño de criaturas. Los efectos especiales son, en su mayoría, prácticos, con los Ochi siendo marionetas hiperrealistas como lo fue Yoda en su momento.

El manejo de marionetas es espectacular, en especial la tecnología animatrónica implementada para complementar la narrativa hiperrealista, creando escenarios verídicos y conmovedores cuando los Ochi se encuentran en pantalla e interactuando con los personajes. Así mismo, la selección de exteriores y la cinematografía en estas secciones es completamente hermosa, creando la atmósfera de fantasía ideal para enaltecer la aventura.

Si hablamos de lo malo dentro filme, entonces nos referimos a dos detalles: el primero es que la edición decae conforme avanza el filme. Si bien el ritmo se mantiene constante, ascendente e interesante, la edición hace que las escenas dentro del final se sientan completamente apresuradas y recortadas, en ocasiones con acciones completamente omitidas y sólo dejando los resultados de secuencias que, evidentemente, eran mucho más largas y complejas. Esto debilita el impacto final del filme, pues no te permite saborear ni reflexionar sobre sus momentos más emocionales.

En segundo lugar, el filme quizá es demasiado simple para su propio bien, pues relega la mayoría del desarrollo de los personajes a momentos fugaces que son establecidos con muy pocas líneas de diálogo, y esto si es que existen, pues otros personajes, como el de Finn Wolfhard, sólo reciben una vaga mención de los pasos que su personaje seguirá para cambiar, pero nunca se ofrece el seguimiento de tal proceso, dejando espacios incompletos en el segundo acto de la historia.

Al final, La Leyenda de Ochi es una aventura para toda la familia que apela más a los niños para hablar sobre la importancia de la naturaleza y el valor de encontrar su propia voz, aceptarla y defenderla. Nos encontramos con una historia llena de momentos dulces y bien intencionados, actuaciones divertidas y sólidas, acompañadas de imágenes hermosas que nos harán sentir en un cuento de hadas.

8/10