De 2010 a 2020, el nombre de Dwayne Johnson, también conocido como “La Roca”, fue enmarcado como una garantía de éxito en taquilla para toda película de acción en la que el protagonizara. Su trasfondo como exluchador de la WWE, su aparente carisma dentro y fuera de la pantalla, su físico, y los papeles que seleccionaba – los cuales enaltecían las características anteriormente mencionadas y las personificaban en un héroe de acción invencible al estilo de los 80’s –, hicieron que su figura creciera exponencialmente hasta estancarse en una zona de confort que se transformó en un repelente para las audiencias.

Poco a poco, el trabajo de Johnson se fue caracterizando por ser él interpretándose a sí mismo en diferentes escenarios, con un mínimo o ningún cambio aparente en la sustancia de sus personajes, y los filmes siendo sostenidos únicamente por una galería de efectos especiales y secuencias rápidas que terminaban siendo repetitivas y tediosas, esto sumado al creciente ego del actor que terminó apoderándose producciones y colapsando cualquier visión creativa que existiera detrás, transformando proyectos como Black Adam (Dir. Jaume Collet-Serra, 2022) y Código: Traje Rojo (Dir. Jake Kasdan, 2024) en meros productos de La Roca, por La Roca y para La Roca.

Por su parte, el director Benny Safdie proviene de un trasfondo de cine independiente bien reconocido en Estados Unidos, donde por 10 años trabajó junto a su hermano, Josh Safdie, en proyectos que destacan por dos elementos importantes: el retrato perfecto de la tensión y desesperación humana en los personajes, y trabajar con actores de renombre en proyectos que parecerían ajenos a sus estatutos de super estrellas, como pasó con Adam Sandler en Diamantes en Bruto (2019).

En la búsqueda de un protagonista para La Máquina, Safdie asegura que observó el potencial perfecto dentro de Johnson para liderar el papel, mientras que La Roca observó esto como su oportunidad para no sólo hacer algo diferente, sino para probarse a sí mismo como actor: ¿podrá esta dupla sorprender con un filme lleno de emociones y significado? ¿Será este el gran cambio que busca Johnson en su carrera? ¿Cómo será la primera película de Benny Safdie sin su hermano y con una estrella de este calibre?

Así llega La Máquina. Dirigida por Benny Safdie (Buenos Tiempos, Diamantes en Bruto), y protagonizada por Dwayne Johnson (Black Adam, Moana 2), Emily Blunt (Oppenheimer, Un Lugar en Silencio – Parte II), Bas Rutten (Héroe de Centro Comercial 2, El Guardián del Zoológico) e introduciendo a Oleksandr Usyk y Ryan Bader.

En este biopic de deportes, seguimos la historia de Mark Kerr (Dwayne Johnson), un luchador estadounidense que goza del éxito como pionero de la UFC en 1999. Tras recibir su primera derrota, Kerr deberá confrontarse a sí mismo en un viaje de redescubrimiento junto a su novia, Dawn Staples (Emily Blunt), y su mejor amigo, Mark Coleman (Ryan Bader), antes de regresar a los torneos.

La Máquina es un filme a medio cocinar en muchos sentidos. En términos de guion, la película sabe identificar y dividir los tres actos que la componen; sin embargo, la construcción del drama dentro de ellos jamás logra despegar del todo, lo cual afecta el ritmo general de la narrativa a pesar de que esta entrega cada punto relevante de la trama de manera precisa.

"La Máquina" parece el inicio de una nueva era actoral para Johnson, quien se dice interesado en papeles más serios | Foto: A24
"La Máquina" parece el inicio de una nueva era actoral para Johnson, quien se dice interesado en papeles más serios | Foto: A24

De esta manera, el primer acto se vuelve meramente aburrido, con la presentación de los personajes y sus dinámicas como una ventana hacia lo cotidiano sin pistas de alguna profundidad relevante o conflicto, el cual sólo aparece hasta el puente hacia el segundo acto, donde se presenta el mayor punto dramático a través de un desafío emocional y psicológico para el personaje de Johnson, lo cual supera por completo su área física para colocarlo entre la espada y la pared de su propia jaula personal.

A partir de aquí, el filme toma una ruta casi cliché dentro de las películas de deportistas, con el protagonista afrontando sus demonios con tal de ser mejor persona y competidor, pero este proceso es completamente omitido por el filme a decisión propia, saltando directamente a una conclusión que presenta una nueva dinámica con su alrededor como nuevo agente antagónico para el personaje.

De esta manera, la actuación de Johnson, y el desarrollo de su personaje, quedan completamente manchados por lo que pareciera ser una construcción milimétricamente cuidada de una historia previamente aprobada. La Máquina se basa en la historia real de Mark Kerr, y como todo biopic, las personas que vivieron los hechos y están relacionadas con el proyecto pueden tener una decisión final con lo que se muestra y cómo se presenta, por lo que no resultaría imposible que la omisión de las partes más oscuras de la historia, así como de los puntos más altos del drama, hayan provenido desde estas perspectivas con tal de cuidar la imagen y reputación de la figura en cuestión.

Para Johnson esto implica un salvavidas. Si bien su actuación está completamente fuera de su zona de confort en comparación con sus últimos proyectos, lo cierto es que la figura de Kerr está cuidada de tal manera que se resumen a un exluchador bonachón con problemas emocionales con los que debe de lidiar de una manera sana, y esto, en muchas maneras, es una red de seguridad para Johnson, pues en el filme regresa al carisma que lo caracterizó por años, con la novedad que ahora debe liberar un rango emocional mayor para verse vulnerable.

El director Benny Safdie (izquierda) mantiene un estilo independiente durante toda la película, pero hay una falta de "honestidad" en la historia que impide que despegue por completo | Foto: A24
El director Benny Safdie (izquierda) mantiene un estilo independiente durante toda la película, pero hay una falta de "honestidad" en la historia que impide que despegue por completo | Foto: A24

Johnson lo hace bien, pero aquella red de seguridad aplasta el potencial de su actuación, limitándolo a una serie de expresiones que no llegan a ninguna catarsis, por lo que parece que el personaje se mantiene emocionalmente constipado por la mayor parte del filme. Sólo el final entrega ese momento de liberación, pero no se siente enteramente propio al faltar esos picos de drama que ayuden a explorar la verdadera psique y el pasado del protagonista.

Una vez llegado el tercer acto, es evidente lo mucho que falta por completar el rompecabezas de la historia, por lo que puede llegar a ser desapercibida la magnífica intención detrás de las secuencias finales, pues no hay ningún vínculo emocional lo suficientemente fuerte como para ofrecerlo como el final de un viaje de superación.

Emily Blunt, por su parte, entrega una actuación destacable. Su personaje logra pasar de inocente a amenazante en cuestión de segundos, y es la única a la que se le permitió liberarse emocionalmente por el bien de la historia y las secuencias, pero esto contrasta mucho con la forma en la que el personaje de Johnson fue abordado.

Emily Blunt entrega una interpretación energética que le da vida a la mayor parte del filme | Foto: A24
Emily Blunt entrega una interpretación energética que le da vida a la mayor parte del filme | Foto: A24

El resto del elenco cumple con su función como personajes de soporte, pero no hay mucho que destacar.

El mayor punto positivo del filme es su apartado técnico, el cual está perfectamente calibrado para crear una atmósfera específica que transporta al mundo de los deportes en 1999. En este sentido, el diseño de producción resalta por su exactitud en la recreación de escenarios exteriores e interiores, especialmente en estos últimos, donde cada espacio se siente apropiado de la época y acorde a la personalidad de los personajes.

En términos de vestuario, la película se mantiene precisa en su fidelidad con la moda de la época, mientras que el departamento de maquillaje realizó un excelente trabajo para transformar a Dwayne Johnson en Mark Kerr a través de prótesis y pelucas.

Dwayne Johnson se transforma físicamente para interpretar a Mark Kerr en un rol muy diferente al que está acostumbrado a interpretar | Foto: A24
Dwayne Johnson se transforma físicamente para interpretar a Mark Kerr en un rol muy diferente al que está acostumbrado a interpretar | Foto: A24

La iluminación de los interiores, especialmente en las arenas de la UFC, es hermosa de admirar, con un elemento cálido que resalta con la colorización del filme. La cinematografía se nutre muche de estos elementos, pues opta por encuadres cerrados – casi claustrofóbicos en ocasiones – para hace hincapié en la desesperación de Kerr, con la iluminación narrando una evolución en su propia ansiedad, cambiando desde una luz mucho más enfocada en el inicio del filme, hasta una tonalidad que se mezcla con el ambiente una vez llegado el final de la historia.

Al final, La Máquina es un biopic incompleto, donde el drama de la historia se mantiene tras bambalinas con tal de mantener una imagen clara de las figuras a las que representa. Benny Safdie demuestra su talento como director al dirigir a Johnson en su papel más destacable en una década, pero la red de seguridad que ofrece el guion es demasiado grande como para permitirle ser arriesgado e ir más allá en sus secuencias. Si bien el nivel técnico es destacable, la historia se siente estancada más veces de las que debería, y sólo entrega un listado de puntos clave sin ganárselos.

¿La carrera de Johnson cambiará a partir de este filme? Es probable, pero sólo será una garantía si hace lo que los grandes actores: arriesgarse.

7.5/10

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