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Misión Imposible: Sentencia Final

Tom Cruise versus la máxima misión imposible en Hollywood: crear un buen final para una franquicia

Misión Imposible: Sentencia Final | Foto: Especial

La franquicia de Misión Imposible ha sido un referente internacional en el cine de espionaje y acción por 30 años. Cada filme hace un esfuerzo por mejorar sobre su propia formula, creando situaciones más emocionantes y complicadas, así como secuencias de acción impresionantes y repletas de efectos y procesos prácticos que mantienen viva la tradición original del método artístico en cuanto al cine de acción se refiere. Pero esta vez, la situación es diferente, pues la franquicia llega a su final en un escenario poco más que complicado.

Primero, la entrega anterior, Misión Imposible: Sentencia Mortal, no fue el éxito monetario que se esperaba. Mientras que la quinta y sexta entrega de la saga, Nación Secreta y Repercusión, entregaron una ganancia de entre 600 y 700 millones de dólares bajo un presupuesto de 160 millones, la séptima entrega apenas logró 500 millones de dólares con un presupuesto de 200. Este fenómeno se atribuyó a los efectos post pandemia, pero lo cierto es que también existía cierta crítica de la audiencia que no encontró tan satisfactoria la película por problemas de ritmo, personajes e historia, lo que urgió a una reestructuración del octavo filme.

Segundo, es pésimo para escribir finales de franquicias. El , para bien y para mal, es un negocio, y cuando se topa con una gallina de huevos de oro como Misión Imposible, resulta difícil cerrar la puerta y seguir adelante. El historial de finales en el cine convencional mantiene como regla mantener la puerta abierta con la historia, considerar todas las posibilidades para que en algún punto futuro sea posible revivir el título para mayor ganancia – el ejemplo de avaricia actual más evidente está en Jurassic World, cuyo final se estrenó en 2022, y ahora tendrá un relanzamiento este mismo año.

En este contexto, surgen las preguntas: ¿podrá Misión Imposible escapar de la jaula de Hollywood y entregar un digno final? ¿Las modificaciones post séptima película habrán beneficiado a esta última entrega? ¿Será un aventura digna para despedir un legado de 30 años?

Así llega Misión Imposible: Sentencia Final. Dirigida por Christopher McQuarrie (Jack Reacher, Misión Imposible: Sentencia Mortal), y protagonizada por Tom Cruise (La Momia, Top Gun: Maverick), Hayley Atwell (Christopher Robin, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura), Simon Pegg (Ready Player One, Star Trek: Sin Límites), Pom Klementieff (Diamantes en Bruto, Guardianes de la Galaxia Vol. 3), Greg Tarzan Davis (Llamado Salvaje, Grey’s Anatomy), Ving Rhames (Robot Salvaje, Guardianes de la Galaxia Vol. 2), Esai Morales (Ozark, Titanes), Henry Czerny (El Exorcismo de Emily Rose, Boda Sangrienta), Shea Whigham (Guasón, Spider Man: A través del Spider-Verso) y Angela Bassett (Soul, Pantera Negra: Wakanda por Siempre).

La persecución en aviones también fue una acrobacia real, similar a la persecución de helicópteros de Misión Imposible: Repercusión (2018) | Foto: Paramount Pictures.

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En esta última misión, seguimos a Ethan Hunt (Tom Cruise) en su búsqueda por encontrar el Sevastopol, un submarino ruso perdido que contiene la única forma para detener a la Entidad, una malévola IA con planes de dominación mundial a través de una guerra nuclear. Acompañado de sus viejos amigos Benjie (Simon Pegg) y Luther (Ving Rhames), junto a nuevos aliados como Grace (Hayley Atwell) y Paris (Pom Klementieff), Hunt se embarcará en un viaje internacional para salvar al mundo antes de que sea demasiado tarde.

El mayor problema de Misión Imposible: Sentencia Final está en su guion, el cual se preocupa demasiado por construir tres elementos centrales que terminan afectando a su propia narrativa, ritmo y edición: Ethan Hunt con un delirio de salvador mesiánico, la Entidad como la máxima amenaza global, y una obsesión por vincular la saga completa a través de exposición visual y diálogo. Analicémoslos detenidamente.

A partir de las dos entregas pasadas de la franquicia, Misión Imposible: Repercusión (2018) y Misión Imposible: Sentencia Mortal (2023), la figura de Ethan Hunt se convirtió en un mito dentro de su propio mundo, enaltecido como un bastión de la justicia, el bien y la lealtad tras acumular varias misiones exitosas como salvador del mundo, y aunque esto no era un problema tan notable anteriormente, Sentencia Final lo lleva al extremo, creando diálogos verdaderamente extensos que giran alrededor del por qué Hunt es la única verdadera esperanza de la humanidad, el mejor de todos, el hombre más benevolente sobre la Tierra, creando una burbuja gigante de ego que impide a la audiencia conectar completamente con el filme, pues la presencia y constante justificación de un mesías hace evidente el resultado final y minimiza las situaciones de riesgo a su alrededor.

Tom Cruise regresa con un elenco de nuevos y viejos aliados, especialmente de la séptima entrega | Foto: Paramount Pictures.

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Mientras que un tercio de la película se ocupa en construir el mito de Hunt, el segundo tercio construye la figura de su máximo adversario: La Entidad. Sentencia Mortal ya había dedicado todo su tiempo en establecer la capacidad antagónica de una IA omnipresente con hechos verificables en pantalla, creando la pregunta de qué podría llegar a hacer cuando su potencial fuera liberado al mundo como se alude al final del filme. Sentencia Final, por otro lado, hace a un lado la evidencia en pantalla y se dedica a construir la sombra del antagónico a través de diálogos, los cuales resultan completamente repetitivos y nada atemorizantes, pues recuerdan al funcionamiento de otros villanos robóticos del cine que sí justificaban su presencia como una fuerza de amenaza constante. Además, posicionar la imagen borrosa de la Entidad ante el mesías de Hunt, hace que la situación se diluya aún más, pues resulta más evidente que la voluntad humana se antepondrá al metal.

Finalmente, el último tercio de la película es un esfuerzo constante y agotador por crear un sentido entre las ocho películas de la franquicia, aludiendo a que Sentencia Final siempre ha sido el destino de Hunt como personaje desde aquella primera introducción en la película de 1996. Si bien el concepto de vinculación no es malo, la manera en que se aplica es sumamente cuestionable, especialmente cuando el filme se convierte en una pasarela de referencias y cameos que aluden más a un fan service que se entromete por completo en el ritmo de la historia, especialmente cuando la película asume que la audiencia promedio es incapaz de recordar todos los detalles de la saga e interrumpe las conversaciones con flashbacks momentáneos que muestran escenas de películas anteriores, creando un escenario lleno de distracciones.

La secuencia de buceo es una de las más impresionantes del filme, grabada completamente en un set sumergible | Foto: Paramount Pictures.

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En conjunto, se demuestra un guion enjaulado en la repetición constante de sus propias metas, su pasado y sus ambiciones, hasta el punto en el que la repetición resulta en un ritmo tedioso y aburrido, especialmente cuando las secuencias de diálogo expositivo cubren la mayor parte del filme, relegando la acción a únicamente dos secuencias grandes, las cuales son igual de sorprendentes y emocionantes al resto de la saga, pero no son suficiente como para sostener el entretenimiento general del filme, especialmente cuando estas secuencias se encuentran editadas de tal forma que son interrumpidas por secuencias de diálogo que aniquilan el ritmo.

Las actuaciones, por su lado, sufren de rotar alrededor de Tom Cruise como protagonista, pues cada personaje se convierte en un pilar encarnado de la justificación de Hunt como el salvador del mundo, relegando todo tipo de conflicto o aporte a la historia como un mero formalismo técnico que se demuestra con habilidades específicas para momentos específicos.

Por su parte, Cruise no logra ser suficiente en el grado actoral, pero logra comprometerse en el aspecto físico, aportando más un espectáculo en las secuencias importantes que logran opacar parcialmente algunos tropiezos en una interpretación que se siente distante de otras entregas de la franquicia.

Por otro lado, el villano humano de la cinta, interpretado por Esai Morales, es retratado como un ser caricaturesco que poco aporta a la historia más allá de ser un arquetipo antagónico dentro del género de espías: una supuesta mente maestra cuyos planeas apenas y logran salir adelante y que no es nada más que palabras y promesas falsas cuando finalmente se coloca frente al héroe de la historia.

Sentencia Final se estrena como el final de la saga, pero Tom Cruise no niega la posibilidad de volver en algún momento | Foto: Paramount Pictures.

Las secuencias de acción, más allá de las dos piezas principales, son esporádicas y no tan dinámicas como lo acostumbrado, con la cámara optando por ángulos cerrados y agitados o simplemente dejando la escena fuera de cámara para enfocarse en otro tipo de reacción o urgencia.

Si de puntos positivos hablamos, estos serían el score, el cual sigue siendo grandilocuente y emocionante; la cinematografía, la cual logra captar los escenarios con una profundidad y detalle espectacular, y los efectos prácticos, lo que le dan al filme un mérito mayúsculo.

Al final, Misión Imposible: Sentencia Final es un decepcionante punto final para una de las franquicias de acción más importantes de los últimos 30 años, repleta de diálogos y situaciones repetitivas que crean un escenario lento y aburrido, con dos grandes escenas de acción que, aunque emocionantes, no son suficientes para sostener los errores cometidos a lo largo de sus dos horas y media de duración, donde destellos de una gran idea apenas y consiguen asomarse. No logra cumplir con sus propias expectativas y comete el más grande error de un final en Hollywood, el temor a comprometerse con repercusiones serias y duraderas.

7/10

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