Paul Thomas Anderson está de vuelta. El aclamado director detrás de éxitos galardonados como El Hilo Fantasma (2017) y Licorice Pizza (2021) regresa a la pantalla grande con una historia que, en sus palabras, le tomó 20 años completar en un guion lo suficientemente satisfactorio como para producir y contar a través del séptimo arte.
El filme se presenta como uno de los proyectos más ambiciosos para Anderson, con un presupuesto estimado de 175 millones de dólares, lo cual supera el dinero utilizado para financiar sus últimas cuatro películas combinadas, lo cual se justifica al tratarse de un thriller político de acción que involucra el uso de tecnología y vehículos modernos, lo cual se desvía de la tradición temática de Anderson con historias mucho más aterrizadas en la cotidianeidad.
Sin embargo, la escala no implica una ausencia de la sensibilidad temática que caracteriza al cine de Anderson, pues aquellos 20 años de perfeccionismo en el guion se trataron de encontrar el tono, tema y ritmo perfecto para una historia que no teme en involucrarse con temas políticos que hoy resultan polémicos y completamente divisivos.
Tras tantos años de espera, surgen las preguntas: ¿habrán valido la pena? ¿Qué hay dentro de este filme que hipnotizó a su director por tanto tiempo? ¿Se trata de gran añadido a la filmografía de Anderson que logra evocar una conversación política o queda a deber en el camino?
Así llega Una Batalla tras Otra. Dirigida por Paul Thomas Anderson (El Hilo Fantasma, Licorice Pizza) y protagonizada por Leonardo DiCaprio (No Mires Arriba, Los Asesinos de la Luna), Sean Penn (La Vida Secreta de Walter Mitty, Ciudad de Asfalto), Chase Infiniti (Presumed Inocent, The Testaments), Benicio del Toro (Sicario: Día del Soldado, El Esquema Fenicio), Teyena Taylor (Un Príncipe en Nueva York 2, El Libro de Clarence) y Regina Hall (Shaft, O’Dessa).
En este thriller político, seguimos la historia de Pat Calhoun (Leonardo DiCaprio), un ex revolucionario estadounidense que trata de seguir su vida tras la desaparición de su pareja, y líder del movimiento, Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor). Cuando el coronel Steven Lockjaw (Sean Penn) sale de cacería por la hija de Pat, Charlene Calhoun (Chase Infiniti), este deberá hacer hasta lo imposible por protegerla mientras se cuestiona si vale la pena mantener viva la chispa de la revolución.

Lo más fascinante dentro de Una Batalla tras Otra son sus personajes, los cuales, desde la primera secuencia, muestran una interesante variedad de perspectivas sobre lo que significa, implica y motiva estar en ambos bandos de una revolución – sean estos el sistema y la rebelión en sí misma – a lo largo de los años, y como el tiempo genera perspectiva, especialmente a través del contexto sociopolítico en donde se terminan desarrollando individualmente.
El filme es bastante abierto y directo al momento de contextualizar el ambiente sociopolítico de la historia, pues desde la primera secuencia establece la dinámica de la migración y el racismo como el eje central que motiva la revolución de los personajes, con el sistema político siendo una figura de poder absoluto que mantiene el control de la situación bajo intereses claros de superioridad. A partir de aquí, el filme no se interesa en exponer el cambio y el trasfondo de la lucha en sí misma, sino en cómo los intereses individuales afectan y transforman a las causas hasta que estas mutan lo suficiente como para regurgitar a los miembros de ambos bandos en un mundo que ahora ellos tratan de someter y comprender, perpetuando luchas eternas que no dejan espacio para la verdadera participación juvenil.
Estos temas y luchas internas se argumentan a la perfección a través de los cuatro personajes principales del filme, los cuales pueden ser catalogados en tres dinámicas: la dicotomía extremista de ideales e hipocresías políticas entre los personajes de Sean Penn y Teyena Taylor, la inocente ignorancia de un fiel creyente moral de una causa en el personaje de Leonardo DiCaprio, y la violenta introducción de la juventud hacia un mundo en guerra en el personaje de Chase Infiniti.

Teyena Taylo y Sean Penn son dos caras de una misma moneda que se complementan de una forma verdaderamente exquisita. Ambos entregan excelentes actuaciones en sus respectivos rubros, con Teyena encarnando a una adicta a la adrenalina cuya visión anarquista la supera y la devora por completo, arrebatándole todo tipo de posibilidad por construir un mundo de acuerdo a sus supuestos principios revolucionarios, los cuales ultimadamente deforma para continuar el movimiento como un método para obtener poder y retar al sistema sin siquiera pensar en un futuro; por otro lado, Penn interpreta a un depredador absoluto, alguien que no teme a expresar su racismo y odio, así como su anhelo por superioridad y aprobación política, quien se dice patriota, rígido y defensor del mundo estadounidense, y aún así, su involucramiento mutuo crea una lucha de poder y dominación que viola todo tipo de código del cual se hacen llamar defensores, hasta el punto en el que su contacto implica un trato con el diablo que cambio por completo el campo de batalla físico, mientras juran que sus ideales se mantienen intactos, aunque esto actúe como una mentira para aislarse de las consecuencias, sin que les importe el estado en el que dejan el mundo.
El personaje de Leonardo DiCaprio, totalmente ajeno e ignorante de la dinámica Teyena-Penn, se mantiene como un ser leal. Su propia ignorancia le sirve como un pilar fundamental para guiar una brújula moral que se cree firme en los principios de un mundo que ya no existe. En este sentido DiCaprio se luce al momento de construir un hombre simple en un mundo complejo, quien se trata de convencer que es motivado por lo que fue y lo que buscaba como revolucionario, a pesar de que el mundo ya le ha demostrado lo contrario y el sistema ya lo ha devorado de cierta manera. DiCaprio es excelente al momento de demostrar estos conflictos, dudas y resoluciones drásticas a través de la comedia, en especial durante los momentos más grandes de tensión, donde la atmósfera del filme se encarga de presionar a los personajes y a la audiencia, con DiCaprio siendo un escape perfecto que ofrece esperanza con la sola comunicación de sus ojos.
Chase Infiniti, por su parte, también demuestra una gran capacidad actoral al interpretar una joven que es introducida violentamente a un mundo con estas dinámicas globales que se aferran a ella a un nivel extremadamente personal. Infinti logra representar la evolución de su personaje de forma excelente, desde una joven ajena hasta una participante activa, representando la inevitable realización de la juventud de que este mundo es tan violento como el de sus abuelos, pero quizá aún exista esperanza, y es que el personaje, a pesar de la brutalidad con la que se encuentra, no pierde de vista la gran posibilidad de qué pasaría si ella hiciera algo diferente.

Paul Thomas Anderson supo dirigir a su elenco a la perfección, logrando que cada uno de sus actores entendiera a los personajes por completo, con cada elemento de sus arcos interconectándose emocional y físicamente, creando tensión y conflicto en todo momento.
Visualmente, Anderson también logra traspapelar estas dinámicas y personalidades en la cinematografía, con ángulos, movimientos, encuadres y composiciones que te comunican toda la complejidad psicológica de los personajes, sus dinámicas y sus confrontaciones ideológicas, donde estaca la secuencia final del filme, la cual es una cátedra visual de como utilizar un escenario para crear tensión, al mismo tiempo que se representa el tema central del filme.

El arte, el diseño de producción e iluminación están cuidados con extremo detalle, gozando de una excelente luz natural – mejorada con luz artificial – para crear escenarios hermosos, tanto caóticos como pacíficos.
Al final, Una Batalla tras Otra es una excelente película, una donde es evidente el cuidadoso trabajo que Anderson implementó durante 20 años para pulir el guion y encontrar el método cinematográfico ideal para contar la historia. Con actuaciones excelentes y un tema políticamente provocativo, el filme genera tensión en todo momento, acompañado de momento cómicos genuinos, que finalizará con una chispa de esperanza que incita al diálogo post filme, donde la audiencia puede crear sus propias conclusiones. Se trata de una gran obra que es digna de ver en la pantalla grande.
9.5/10
