El huachicol es una de las actividades ilícitas más extendidas en los estados del país por los que transitan los ductos de hidocarburos de Pemex, y este delito se ha colocado en el imaginario colectivo al grado de que en algunas localidades ya se vende el "wachicoldrink", que consiste en bebidas alcohólicas servidas en un garrafón de gasolina.

Según el local ubicado en Tulancingo, Hidalgo, cuentan con diversos tamaños de bidón para servir al menos nueve diferentes bebidas alcohólicas.

Hidalgo se mantiene como la entidad con el mayor número de tomas clandestinas de hidrocarburo en diversos municipios como Tulancingo, Cuatepec, Pachuca, Tula, Tezontepec y Tepetitlán entre otros.

Puebla está en el tercer sitio de los estados con mayor número de tomas clandestinas de combustible después de Hidalgo y Estado de México, y seguida por Guanajuato y Veracruz, de acuerdo con la Gerencia de Estrategia y Sistemas de Seguridad y Monitoreo de Pemex.

En su reporte correspondiente al mes de enero, en Hidalgo se detectaron 481 perforaciones ilegales, casi el 50 por ciento de todo el país, segido por el Estado de México, con 166; Puebla, con 96; Guanajuato, 75, y Veracruz con 56.

Esas cinco entidades concentran 81.2% de este tipo de delitos perpetrados en la red de ductos de la empresa petrolera.

La cantidad de tomas clandestinas para robar todo tipo de hidrocarburos de la red de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) se mantiene marcando récords.

Los "huachicoleros" son las personas que se dedican al robo y comercio de combustibles, principalmente gasolina.

El problema del "huachicoleo" domina el debate político y social en México desde que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador puso en marcha una estrategia contra el robo de gasolina.

Durante los últimos años, los "huachicoleros" -quienes participan en la extracción y venta de combustibles robados- han generado pérdidas millonarias a la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).

Según datos oficiales, las pérdidas del Estado son de 60 mil millones de pesos al año, unos 3 mil millones de dólares.

Aunque existe un debate en México sobre el origen exacto del término, especialistas coinciden en que la raíz viene de la palabra en lengua maya "huach" o "waach", un término usado para referirse a los "forasteros".

El diccionario maya de la Universidad Autónoma de Yucatán explica: "Se le dice así a la persona que viene de otras entidades federativas de fuera de la península (la región maya)".

La palabra fue castellanizada a "huache" o "guache" y con el paso de los años fue cambiando su sentido.

El "huachicoleo" de combustibles se da desde el Siglo XX, pero ha tenido una gran expansión en la última década.

La Academia Mexicana de la Lengua explica en su Diccionario de Mexicanismos que, además de ser un apodo para "forastero", otra de sus acepciones en la región sureste -donde habitan los mayas- es la de "ladrón".

Tiempo después los hablantes le añadieron al término "huache" el sufijo "col" por una actividad ilegal.

Durante el siglo XX, era común la venta de bebidas alcohólicas adulteradas (y baratas) entre las cuales hubo una imitación de tequila en la cuna de esta bebida, el estado de Jalisco.

Para entonces se hablaba del "huachicol", probablemente por tratarse de alcohol de caña, cuenta el académico Luis Ernesto Salomón, quien se ha dedicado a desentrañar el origen de la palabra.

La Academia Mexicana del Tequila define precisamente al "huachicol" como una "bebida destilada adulterada con alcohol de caña".

Por otra parte, en la venta de combustibles también se daba durante el siglo pasado una práctica ilegal de tomar litros de gasolina de los carros-tanque y sustituirlos con agua.

Es probable que de ahí haya surgido la relación del "huachicoleo" de bebidas alcohólicas con el "huachicoleo" de combustibles.

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