Comer 'caldo de oso' hecho con desperdicios, dormir con prendas mojadas, sentarse sobre corcholatas y recibir golpes, son prácticas violatorias a los Derechos Humanos que son conocidas por familiares que recurren a los anexos en Puebla, informó Alfonso Chávez González, especialista en adicciones de Albero, Programa Ambulatorio Intensivo.

La muerte del joven Alan N., ocurrida el 29 de octubre mientras intentaba huir del anexo Granjas Chachapa, reavivó la necesidad de regular estos espacios mediante una iniciativa que ya está en el Congreso del estado. Pero también cuestiona la efectividad de sus estrategias contra las adicciones.

De acuerdo con lo expuesto por Chávez González en entrevista con , los anexos son un problema cultural fuera de la ley que surgen debido a la pobreza y la falta de alternativas y a los que las familias recurren para atender un problema, a pesar de que son conocidas sus malas prácticas.

“Esa combinación de pobreza y poco tratamiento hace que puedan proliferar estos lugares porque son económicos, donde la gente puede internar a su familiar. Pero la gente sabe, la mayor parte de la gente sabe a qué van ellos ¿no? Es una idiosincrasia de: ‘Ya no sé qué hacer contigo porque tienes una adicción, entonces es la manera de detenerte’. Creo que eso debe de cambiar en las familias”, comentó. 

Ante ello, las autoridades sanitarias federales y estatales, como las del Consejo Estatal Contra las Adicciones de Puebla (CECA), han intentado regular los anexos con resultados parciales y con estrategias que han buscado especializar a su personal.

Sin embargo, desde la perspectiva del especialista, el problema es que los internamientos violan los Derechos Humanos con prácticas de maltrato, además de que no han demostrado, desde la psicología, tener efectividad en el control de las adicciones.

Actualmente, agregó, la tendencia internacional es que el Estado promueva programas ambulatorios como el que él sigue en Albero, en los que, además, la familia se hace cargo de la persona con adicción durante el proceso de recuperación y al paciente no se le obliga al internamiento.

Por otro lado, Chávez González advirtió que no debe perderse de vista que la adicción es un problema de salud que los especialistas deben abordar con empatía hacia los pacientes y en el que la sociedad debe ponerse en los zapatos de quien tiene una adicción.

“Nos tenemos que poner a pensar ¿si yo estuviera en esa situación me gustaría que a mí me hicieran eso? Es como cualquier persona que estuviera aquí ¿Te gustaría que te encerraran en un lugar donde te golpearan, donde te torturaran, donde todo lo que hicieran fuera decirte groserías? Ahí no se necesita saber mucho de psicología como para entender que por eso es importante no romper los Derechos Humanos de la persona”, explicó. 

 

Las alternativas en Puebla, detalló, pueden ir desde la oferta del sector salud con el CECA, ubicado en el Centro Estatal de Salud Mental de Totimehuacán, así como los Centros de Integración Juvenil (CIJ) que se ubican en la colonia Insurgentes.

Asimismo, señaló que hay ofertas en el sector de la salud privada como el programa ambulatorio intensivo de Albero, Flor y Canto que es un proyecto de comunidad terapéutica y la Clínica Pacífica Puebla que sigue un programa intensivo y de corta duración que se centra en cuidados posteriores.

Una medida general que Chávez González recomendó a familiares de personas con adicciones es que al elegir se decidan por espacios en los que los pacientes estén seguros y se garantice el respeto a sus garantías fundamentales.

“Creo que lo que deben considerar las personas en cuanto a la elección de un lugar para recibir la atención, por supuesto que es esto que estamos diciendo, que estén seguros en que no rompan con sus Derechos Humanos”, comentó.

Clínicas:

Consejo Estatal Contra las Adicciones de Puebla (CECA)

Centros de Integración Juvenil

Albero 

Flor y Canto

Clínica Pacífica Puebla

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