En las últimas semanas, la sociedad poblana ha conocido, principalmente a través de las redes sociales, distintos casos de violencia en los que los jóvenes adultos y adolescentes son los principales protagonistas.

Se conoció el caso de agresión de un grupo de jóvenes contra Neto Calderón a la salida de un bar en la zona de la Estrella de Puebla, así como la agresión de un elemento de seguridad privada de un antro contra un joven cliente.

En Puebla también se difundieron las agresiones de Patricio N., quien arremetió contra un vigilante de una caseta en un fraccionamiento privado o el caso de dos jóvenes que se liaron a golpes afuera del Colegio Europeo, donde incluso se involucraron padres de familia.

A esta lista se suman muchos otros hechos que se han dado a lo largo del año en Puebla y en otras partes del país, donde los principales actores son jóvenes, tanto hombres como mujeres.

Para José Leopoldo Castro Fernández de Lara, psicólogo y académico en la Universidad Ibero Puebla, se trata de parte del miedo con el que viven los jóvenes, condición que se agravó durante la pandemia por Covid-19, cuando el aislamiento social se recrudeció.

En entrevista con El Universal Puebla, explicó que los casos que se han presentado en Puebla se han dado en jóvenes que pertenecen a un determinado sector de la sociedad y tienen que ver con la poca tolerancia a la frustración, la impulsividad, el abuso en el consumo de sustancias, la falta de empatía y la falta de experiencia que los jóvenes tienen.

Estas reacciones también tienen que ver con el miedo, ya que se trata de jóvenes que desde niños fueron formados bajo un discurso de que son privilegiados, tienen derecho a todo, que todo el mundo tiene que servirles, y tienen derecho a exigir porque “para eso se les paga”.

“Es una generación que a sus padres se les conoce como ‘helicóptero’, porque siempre están rondando para ver qué necesitan sus hijos, siempre salvándolos de los problemas, evitándoles el sufrimiento y, por lo tanto, no son capaces de ir integrando la experiencia que van viviendo”, dijo.

Para el especialista, estos jóvenes tampoco son empáticos porque no conviven con sus pares, no usan el transporte público, viven encerrados en fraccionamientos donde entre ellos tampoco se conocen, viven aislados y eso les quita recursos emocionales a su miedo, a su intolerancia y a su incapacidad para resolver situaciones cotidianas, por lo que la violencia se vuelve una respuesta siempre disponible.

Añadió que a esta situación se suma que los jóvenes forman un grupo donde se da el consumo de sustancias como el alcohol y otras drogas sintéticas.

Entre los adolescentes hay un momento en el que se están desarrollando capacidades que tienen que ver con el autocontrol, la regulación emocional y la toma de decisiones, capacidades que no terminan de desarrollarse con el consumo de sustancias.

“Pueden estar conduciendo un automóvil, pero no tienen la capacidad de dialogar, porque también con la pandemia, que es algo global, se perdieron habilidades sociales y no tienen habilidades de regulación emocional, porque tampoco sus padres están con ellos y alguien que vive solo sobrevive, con poco o mucho miedo, pero sobrevive, no vive”, insistió.

El académico añadió que estos problemas de violencia entre los jóvenes siempre han existido, pero ahora con las redes sociales la información llega de manera inmediata y antes había que esperar al siguiente día para leer el periódico.



Además, en las redes sociales se comparte la información sin un tratamiento, lo que también puede dar posibilidades de que se repitan estas conductas violentas, lo que no ocurre en los medios de comunicación, donde los reporteros ordenan la información, tienen una secuencia y se escribe lo que es necesario informar sin tener que promover o generar conductas violentas.

Castro Fernández de Lara agregó que hay una influencia en la sociedad del hecho de que se promueve una polarización entre chairos y fifís.

Apuntó que la violencia está en todos los sectores sociales, pero se manifiesta de manera distinta.

“Todo tiene que ver con la descomposición social, es un caldo de cultivo que tiene que ver como último producto la violencia. Lo que hay detrás de esta violencia es un abandono de las juventudes, tanto por las propias familias como por las instituciones, porque no se promueve el arte, la cultura, el deporte, todo lo que un niño necesita para desarrollarse sanamente e integralmente”, citó.

El uso excesivo de la tecnología también ha influido porque no permite que la gente interactúe entre ella, algo que nadie dice y se ve normal, pero socialmente todos somos responsables del abandono de la niñez y de las juventudes.

Como padres de familia, el psicólogo recordó que la tarea fundamental es crear estructuras que den seguridad y confianza, donde los niños y jóvenes se sientan escuchados y atendidos en sus necesidades. No se trata de darles cosas, sino de atenderlos en sus necesidades emocionales.


En Puebla se han viralizado casos de violencia entre jóvenes | Foto: Captura Redes Sociales
En Puebla se han viralizado casos de violencia entre jóvenes | Foto: Captura Redes Sociales


A nivel familiar, es una oportunidad de analizar la realidad y ver la descomposición social que se tiene dentro de la familia, porque toda la violencia comienza dentro del núcleo de la sociedad.

“Es importante entender que lo que vemos en la sociedad, de alguna manera, tiene que ver con nosotros, todo lo humano nos compete. Como sociedad es algo que todos debemos resolver, nunca atendemos las causas y siempre estamos intentando mirar los efectos y nos escandalizamos y nos damos golpes de pecho, pero todos somos responsables de esto que está sucediendo”, concluyó.

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