Ubicado entre los límites territoriales de los estados de Puebla y Veracruz, se encuentra el Pico de Orizaba, una elevación a la que los aztecas llamaron Citlaltépetl.  Según el Servicio Geológico Mexicano, cuenta con unos 5,636 metros sobre el nivel del mar.

Miles de personas al año intentan ascender a la cumbre del volcán con el apoyo de un guía, pero lo que muy pocos saben es que en la cima hay un ángel de cuatro patas que es considerado como el guardián del Pico de Orizaba, aquí te contamos su historia.

Citla era un perrito mestizo que vivió en el Pico de Orizaba, era conocido como el perrito alpinista y el guardián de la montaña.

De acuerdo con el libro “Citla: el ángel guardián de la montaña”, escrito por uno de sus cuidadores, Hilario Aguilar, este perrito ayudó a cientos de alpinistas, que según ellos, aparecía como un “Ángel de cuatro patas, que los salvaba hasta de la muerte”

Hilario Aguilar lo adoptó cuando el perro de un visitante lo agredió, dejándolo con heridas en su hocico, costillas fracturadas y la yugular perforada. En aquel entonces todos los amigos de Citla se solidarizaron para pagar los gastos veterinarios y su recuperación en el municipio de Chalchicomula de Sesma, conocido como Ciudad Serdán.

La página cuenta que en el año 2012 una familia escaló la montaña, pero una tormenta de nieve cubrió los senderos e hizo imposible continuar el ascenso. Fue entonces cuando escucharon los ladridos de Citla y la familia caminó hacia él, que moviendo su cola los esperaba para guiarlos hasta el refugio. Comenzaron a buscar a su dueño para agradecerle porque su perro los salvó, pero nunca lo encontraron.

Lamentablemente, el 28 de septiembre de 2017, Citla falleció a causa de cáncer en el hígado, pasando los últimos días de su vida con Hilario. Alpinistas de todo el país acudieron a despedirlo y colocaron una cruz con su nombre.

Citla, el perrito guardián de la montaña que aún es visitado por alpinistas
Citla, el perrito guardián de la montaña que aún es visitado por alpinistas

Citla dejó de existir físicamente, pero hasta la fecha es recordado con cariño por los alpinistas, que cada año suben hasta el Pico de Orizaba solo para adornar su tumba.

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