Muy cerca de la ciudad de Puebla, a una distancia de 16 kilómetros, se ubica una comunidad que mantiene sus raíces, aún con el paso de los años.

Conocerlo es transportarte a otra tierra de estilo europeo, un poco por sus construcciones, pero más por su gente y la manera como se comunican entre ellos, pues pareciera que estuvieran hablando otra lengua o un dialecto.

Se trata de la comunidad de Chipilo de Francisco Javier Mina, que pertenece al municipio de San Gregorio Atzompa, donde habitan cerca de 5 mil personas y mantienen vivas sus tradiciones y costumbres tal como se las heredaron sus ancestros.

Es un pueblito pintoresco que se encuentra en el lado sur de la capital del estado y que con el paso de los años se ha abierto más a recibir visitantes, quienes adquieren productos lácteos que son su principal actividad económica.

Quienes llegan perciben que entre los chipileños no hablan castellano ni náhuatl, sino el véneto, que es un dialecto del noreste de Italia.

Así es, Chipilo es conformado por una población descendiente de italianos que inmigraron a Puebla, provenientes de Segusino, un pequeño municipio de la provincia de Treviso, a los pies de los Alpes.



Se dice que fueron un total de 36 familias originarias de Segusino que llegaron a México el 2 de octubre de 1881, algunas se asentaron en Veracruz y otras en Puebla, pero fueron más los que se adaptaron en tierras poblanas.

Se dedicaron a trabajar la tierra, formar sus granjas para tener vacas que produjeran leche y de ello sus derivados como cremas, quesos, yogurt y demás. Se volvieron grandes productores ganaderos que también elaboran carnes frías, desde luego la pasta, panes, postres y demás.

No solo conservaron la tradición ganadera, sino que a la fecha mantienen su lengua romance originaria de véneto.

Lo peculiar es que tiene una variante, pues quienes hablan véneto aprendieron a hablar castellano para poder comunicarse con sus vecinos de pueblos aledaños y poder subsistir.

En Chipilo, la pequeña Italia como muchos la conocen, puedes encontrar comercios con letreros en véneto y restaurantes que sirven un menú propio de la gastronomía italiana.

Su parroquia está dedicada a San Antonio de Padua, un santo muy venerado en el Véneto, y luce una arquitectura neoclásica que tiene su campanario atrás y no adelante.

El pueblito también cuenta con su oficina administrativa, biblioteca, un pequeño auditorio y otros espacios públicos inspirados en Italia, al menos así lo señalan las placas que están instaladas en estas edificaciones y otros monumentos que lucen en el corazón de Chipilo.

Desde el Monte Grapa puedes obtener una vista hermosa de las casas y granjas de los chipileños, pero también la belleza de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.

Después de recorrerlos puedes comer una deliciosa pasta o riquísimas pizzas con ingredientes típicos; también puedes refrescarte con gelatos y paletas o tomar un delicioso café con un tiramisú.

Para muchos la calle principal en las afueras sobre la carretera federal a Atlixco, es la mejor para realizar sus compras, pero te puedes adentrar y conocer otros comercios escondidos que se mezclan entre consultorios de médicos, dentistas, farmacias, tiendas de comida, ropa y zapatos, cursos de todo tipo, entre otros.

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