A pesar de estar ubicada en el centro de México y ser conocida por sus impresionantes paisajes montañosos y volcanes, Puebla tuvo acceso al mar en épocas pasadas.
Este acceso al mar contribuyó significativamente a su importancia estratégica y económica en ese momento.
Sin embargo, una ley ocasionó que el estado perdiera estas conexiones directas con el mar.
Según el libro "La Puebla de Los Ángeles en el Virreinato" de Guadalupe Pérez-Rivero Maurer y Juan Pabla Salazar Andreu, en el siglo XVIII, Puebla era el segundo territorio más importante de México debido a su posición estratégica entre el puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz y la Ciudad de México.
En 1783, la Real Ordenanza, promulgada en Madrid por Carlos III, ordenó la creación de nuevos municipios y provincias con el objetivo de aumentar las rentas reales.
Esto llevó a la separación de territorios de Puebla, comenzando con Tlaxcala en 1793, seguido por Cuautla-Amilpas, que se incorporó a la Intendencia de México, y finalmente Tlapa e Iguala, que se integraron al estado de Guerrero en 1849.
Estas separaciones territoriales resultaron en la pérdida de las costas del Océano Pacífico para Puebla.
Posteriormente, en 1853, Tuxpan se incorporó al territorio de Veracruz, privando a Puebla de sus costas en el Golfo de México.
A cambio, Puebla ganó municipios como Teziutlán, Zacapoaxtla y Tehuacán.
Se dice que las playas que eran de Puebla y ahora son de Acapulco, fueron las mismas por donde entró la famosa “China Poblana”. Era en ese lugar donde llegaban los barcos del oriente.
Al final, con estas distribuciones, Puebla, perdió la posibilidad de tener playas, quedando en el centro del territorio nacional, tal y como la conocemos hoy.