Estas fechas de celebración de Día de Muertos, para muchas personas es un periodo propicio para cuestionarse ¿cómo será su funeral?, ¿dónde quedarán sus restos mortales?, incluso ¿qué método es más barato y amigable con el planeta?, pues cada vez hay más conciencia de que debemos dejar un mundo mejor del que recibimos.

Para despejar algunos mitos sobre la cremación, te presentamos información al respecto para que puedas tomar una mejor decisión.

En los últimos años, la cremación cada vez es más común en México, mientras que en Estados Unidos cerca del 60 por ciento de los servicios funerarios optan por este sistema.

Para los ambientalistas, la inhumación es mucho muy contaminante en comparación con la cremación, pero ésta última no deja de ser dañina al medio ambiente.

De acuerdo con datos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con la cremación de cada cuerpo se arrojan a la atmósfera 400 kilos de dióxido de carbono, en promedio.

Por ello, todos los crematorios deben estar regulados y cumplir con la Norma Oficial Mexicana (NOM) que obliga a que estos servicios cuenten con sistemas de depuración o filtrado para neutralizar los contaminantes, como las emisiones de mercurio que pueden haber en incrustaciones dentales.

Sin embargo, estos filtros no neutralizan el CO2 al momento de cremar un cuerpo ni lo que se genera por la cantidad de gas que requiere para calentar el cuerpo a 650 grados Celsius o más.

Pero es menos contaminante que el embalsamamiento de los cadáveres, para lo cual se emplean millones de litros de sustancias químicas como el formaldehído que con el tiempo se filtran a la tierra, afectando las aguas freáticas.

Ello sin contar que, para la inhumación, se talan miles de árboles para elaborar los ataúdes o se emplea metal que hay que procesar, más el cemento y otros materiales de construcción para el concreto que habrá de cubrir el féretro.

​Mitos y realidades sobre la cremación
​Mitos y realidades sobre la cremación

La cremación se ha convertido en una opción para el tratamiento de cadáveres

Mientras el cuerpo y el ataúd tardan meses o años en desintegrarse a la tierra, las cenizas resultan ser un magnífico fertilizante, ya que contiene celulosa, sales de calcio, sales de potasio, carbonatos y fosfatos, entre otros componentes, por lo que pueden ser ideales para depositar una semilla o enterrar bajo un árbol.

De la misma manera, incinerar un cuerpo resulta más económico, pues antes de la cremación no necesitas comprar un ataúd y una vez que concluye, las cenizas son entregadas en urnas que pueden ser biodegradables.

En cambio, con la inhumación, además de comprar el ataúd, hay que pagar un permiso para la sepultura y una cuota de perpetuidad al gobierno, la cual se renueva cada cinco o siete años, dependiendo de cada administración. Actualmente, dicho permiso tiene un costo de 975 pesos en la Ciudad de México. 

Quienes optan por cremar a sus seres queridos que ya fallecieron, una vez que reciben las urnas, las depositan en nichos en templos religiosos o en panteones, pero también existen quienes las conservan en sus casas o se las dividen entre los descendientes o deciden esparcirlas en la playa, montañas o bosques.

En ese sentido, para la iglesia católica y de acuerdo con diversos pasajes de la Biblia, el cuerpo debe ser incorruptible para el día de la resurrección, sin embargo, reconocer el proceso de cremación desde 1963.

Para reafirmar lo que permite y no autoriza de la cremación, el 18 de marzo de 2016, el Vaticano, a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó un nuevo documento en el que se recuerdan las normas sobre la sepultura de los muertos y la conservación de las cenizas.

En el texto “Instrucción sobre sepultura de difuntos y conservación de cenizas tras cremación”, en ocho puntos se señala que:

-Las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia", o en algún lugar con "jurisdicción" eclesiástica.

-Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario (obispo), de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar.

-No será permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos.

-Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

-La iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana.

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