Las amonestaciones matrimoniales que se usan generalmente en la iglesia católica son un recurso que pareciera poco común, pero que forma parte del proceso religioso.

Se trata de un aviso a la comunidad previo a la consumación del matrimonio que antecede por mucho a la expresión que realiza el sacerdote durante la homilía, en el sentido de que si hay alguien que se oponga o conozca algún motivo para que la unión no pueda consumarse, y concluye con el afamado “que lo diga ahora o calle para siempre”.

Tradicionalmente, las amonestaciones se colocan con la foto de los contrayentes en la iglesia en la que se celebrará la boda, con la finalidad de notificar públicamente a la comunidad.

A partir de la publicación de las amonestaciones, se abre la posibilidad de que si alguna persona conociera una razón por la que el matrimonio no debiera concretarse, lo haga del conocimiento del párroco o del administrador para dar su testimonio.

Los datos de la pareja se publican luego de que se ha llevado a cabo la entrega de la documentación y se sostuvo una plática con el sacerdote, con el nombre de los contrayentes, sus edades y los nombres de sus papás, además de la comunidad en la que viven y en la que crecieron.

Las amonestaciones no son exclusivas de las bodas católicas, también se usan en algunas otras religiones.

Ocasionalmente, para celebrar un casamiento judío, las familias deben hacer avisos a su comunidad para que se confirme que han cumplido con todos los compromisos de su fe.

En las iglesias evangélicas se les denomina proclamas matrimoniales.

Mientras que en la iglesia católica, las amonestaciones se colocan en las parroquias que corresponden al domicilio del novio y la novia.

Anteriormente, durante la celebración de tres misas dominicales previas a la consumación del matrimonio, el sacerdote hacía amonestaciones verbales.

En la actualidad, las amonestaciones se colocan en los pizarrones de las parroquias, a partir de la fecha en que se cumplen los requisitos y se fija el día para el matrimonio, o bien hasta tres meses previos a la boda.

Algunas de las causas y circunstancias que pueden ocasionar que el matrimonio no se consuma y que la comunidad puede hacer del conocimiento de la iglesia son:

Si los novios son presionados o violentados para comprometerse; si carecen de suficiente información sobre las obligaciones del sacramento; o si padecen de alguna deficiencia psicológica.

Además, que los novios no estén comprometidos a cumplir con las obligaciones del matrimonio; que sean menores de edad; que aún estén casados por el civil o por la iglesia con alguien más.

Pero primordialmente que sean parientes consanguíneos.

En este punto más de uno se preguntará qué sucede si uno de los contrayentes estuvo casado previamente.

Simple y sencillamente deben presentar documentos oficiales de viudez o nulidad expedidos por la iglesia.

Sin embargo, es necesario recordar que en la iglesia católica no existe el divorcio como tal, en su lugar lo que se puede promover es el reconocimiento de la nulidad del vínculo matrimonial, por diversas causas y desde hace mucho tiempo ya no es necesario recurrir directamente al Vaticano para conseguirlo.

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