No cabe duda que para el actual régimen hasta el amor debe verse a través del cristal de la mesura, la sencillez, la humildad, la prudencia y la austeridad.

No verlo ni vivirlo así es reflejo del exceso, del derroche, de la suntuosidad, de la ostentación, de la pompa, del lujo barato; no se trata de un sentimiento puro, sino quizás de sensibilería. Es patético.

El pasado fin de semana, nuevamente, una boda, que solo debe de traer felicidad y parabienes, también trajo sinsabores y desventuras, en La Antigua.

Convocado, pero ausente, quien hubiera sido testigo del enlace civil e invitado de honor, acabó regalando el despido laboral del contrayente y la segura congoja de la novia. La fecha en efecto resultará inolvidable, pero también por una tiznada que nadie se imaginaba.

Un incidente en el arribo aéreo de invitados, que debió solventarse sin pasar a mayores, de haber privado el criterio y el buen juicio de autoridades provincianas, derivó en un equívoco inútil que le costó el trabajo a una funcionaria pública.

Luego, la prominencia y notoriedad de los contrayentes los hizo presa de la sospecha, el señalamiento y el escarnio pues su condición no les daba también el derecho a organizar su enlace matrimonial como les viniera en gana.

No se sujetaron al nuevo rasero. Se equivocaron y lo planearon como quisieron no como debieron. Se quitaron el overol y se vistieron de gala. Grave error.

No solamente hay que vivir en la medianía sino también aparentarla o fingirla. No se pueden usar dos cachuchas.

Hay que ser chairo de tiempo completo. No hay medias tintas.

Cuestionado el lunes, quien no asistió respondió: “es un asunto escandaloso, aun cuando es un asunto privado, pues los asuntos privados son cada vez más públicos. Antes no se conocía nada, había mucha ostentación, mucho derroche, pero todo se silenciaba; ahora no, por eso hay que recomendarles a los servidores públicos que actúen con moderación, con austeridad (…) yo por eso no voy a eventos sociales (…) no puedo porque tengo muchas ocupaciones y además no acostumbro”.

El miércoles declaró que “fue una buena decisión de Santiago Nieto de presentar su renuncia”.

El jueves, insistió en la congruencia, pero matizó: “Santiago Nieto es un abogado profesional, recto, le tenemos mucho respeto, pero no podemos tolerar ningún acto de extravagancias, ningún acto que vaya en contra de la austeridad republicana (…) la gente está harta de eso (…) Es muy importante la autoridad moral, no se puede estar en un cargo para combatir la corrupción y no contar con buena fama pública”. Dijo que no lo desacreditaba pues es una gente íntegra sino a las circunstancias; que su gobierno no puede tolerar nada que afecte la transformación del país: “no es Santiago, somos nosotros”.

Finalmente, reveló que no descarta volverlo a incorporar al gobierno, a una embajada, pero tiene que pasar algún tiempo.

Quizás alguien le hizo notar que TODOS los funcionarios públicos llevan archivos paralelos de sus encomiendas, más aún quienes atienden asuntos sensibles.

Santiago Nieto investigaba a los enemigos o caídos de la gracia del régimen, pero también a los de adentro.

Si lo maltratan de más podría demostrar que no está manco y evidenciar que la corrupción sigue, aunque ingenuamente (en el mejor de los casos) se crea y se diga lo contrario.

Monitor republicano

Primero, la boda de su gran amigo, en Puebla, a la que sí asistió. Luego, la de la hija del abogado defensor de la Mafia del Poder y ahora la de Guatemala.

La 4T no cree en el amor.

anarciae@gmail.com

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