Miedo para los atletas, para el periodismo, para técnicos de televisión, productores, entrenadores... Lo lograron, Tokio se ha convertido en el foco de infección de Covid-19 más grande que pueda tener el deporte mundial y el responsable tiene nombre y apellido. De hecho, tiene tres nombres y tres apellidos: Jeff Shell, director ejecutivo de NBC; Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional; y Yoshihide Suga, primer ministro de Japón.

El primero, por exigir que se celebraran los Juegos a como diera lugar, sin importar el riesgo que conlleva hacerlos, sanitariamente hablando. Y es entendible, son los últimos Olímpicos cubiertos por el primer acuerdo de derechos por el que esta empresa pagó cuatro mil 380 millones de dólares.

En este acuerdo, se abarcaron los Juegos Invernales de Sochi 2014, los de verano de Río de Janeiro 2016, los de invierno de Pyeong Chan 2018 y ahora Tokio 2020. Tampoco quiso poner en riesgo el contrato que va de 2022 a 2032, que inicia con los de invierno Beijing 2022 y por el que pagaron siete mil 750 millones de dólares.

Por si fuera poco, ellos se hacen el arrendador del IBC para todos los medios de comunicación en el mundo que quieran transmitir desde la sede, por lo que recuperan una cantidad importante de dinero.

El segundo, el flamante y timorato presidente del COI. El señor Bach, quien pone por encima de una posible demanda la salud de más de 10 mil atletas y de otros cerca de 75 mil involucrados en los Juegos (llámense periodistas, directivos, entrenadores, etc.). No tuvo el valor de decirle no a quien ha pagado más de 11 mil millones de dólares por los derechos.

Sus mensajes ambiguos hacia los atletas han sido realmente insospechados, y llenos de demagogia. “No tienen que sentirse solos en los estadios, mucha gente estará con ustedes en sus corazones”, dijo, aunque la verdad es que poco ha profundizado en el tema de salud.

El tercero, el primer ministro de Japón, quien debió escuchar a su pueblo, a su gente, a miles de personas que rechazaban los Juegos al no sentirse seguras de hospedar a tanta gente en medio de la pandemia. Debió imponerse el sentir de los japoneses y tomar la determinación gubernamental de no ir más con los Olimpicos.

En Tokio, en la Villa Olímpica o fuera de ésta, se han registrado cerca de 60 casos positivos de Covid-19. Hubo fallas en el proceso para generar la burbuja y eso puede ser peor, aunque pudieron evitarlo.

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