En México una de las tradiciones más deliciosas es la que dicta que hay que comer tamales el 2 de febrero, durante el festejo del Día de la Candelaria.

Esta celebración se relaciona con la Rosca de Reyes que partimos el 6 de enero; la persona a quien le sale el muñequito queda comprometida a los otros comensales con una tamaliza.

Historia de los tamales

Los tamales son un platillo de origen prehispánico, cuya vigencia de mantiene y su preparación ha evolucionado al paso de los años y la incorporación de nuevos ingredientes en la cocina mexicana.

Fray Bernandino de Sahagún narra en en su "Historia general de las cosas de Nueva España", que los tamales estaban ligados a los festejos en honor a ciertos dioses durante los 18 meses que conformaban el calendario mexica.

La palabra tamal proviene del náhuatl tamalli que significa envuelto.

Los tamales formaban parte de los altares y festejos dedicados a dioses como Coatlicue; en festividades dedicadas a Tezcatlipoca y a los difuntos; en honor a Xilonen, diosa del maíz tierno; Huitzilopochtli, dios de la guerra; Mixcóatl, dios de las tempestades; al dios del fuego Xiuhtecuhtli y, finalmente, el 2 de febrero a los dioses del agua llamados Tlaloques, a quienes se les solicitaba un año de lluvias y buenas cosechas.

El Día de la Candelaria es un festejo que marca el final de las celebraciones navideñas y resultado del sincretismo entre dos prácticas rituales: prehispánica y católica.

Esta simboliza la purificación de la Virgen, se celebra 40 días después del nacimiento del niño Jesús, donde su figura es llevada al templo junto con velas o candelas para ser bendecidas, con la creencia de que pueden ayudar en momentos difíciles. Del mismo modo, algunas comunidades llevan semillas y maíz para pedir por un año de buenas cosechas.

Tipos de tamales

Hay diferentes tipos de tamales en las regiones de México. Por ejemplo, en la Huasteca hidalguense se prepara el tapataxtle, que es un tamal de 50 o 70 centímetros de largo que se elabora para curar las malas artes de la brujería, de ahí que su nombre signifique en lengua náhuatl “tapar o cubrir el mal”.

En San Luis Potosí se cocina el zacahuil, que es un tamal grande envuelto en hojas de plátano que contiene un cochinito o un ave enteros. La palabra proviene del náhuatl zacatl que significa “envolver”, y huilotl, que quiere decir “tórtola”.

En la Huasteca potosina también se prepara el patlashe o bolim, un tamal que va relleno de pollo o guacamole y que es consumido en festividades especiales.

En la península de Yucatán se cocina el mucbipollo o tamal de pollo, pavo o puerco, propio del Día de Muertos.

En Quintana Roo se elabora el chachacwal, tamal de axiote, carne y chile, envuelto en hojas de plátano.

En Veracruz se prepara el tamal de cazuela y el tamal suave de bola o tamal colado para las bodas.

En Querétaro se guisa el tamal de muerto con masa de maíz azul, rellenado con queso y chile ancho, el cual, antes, recetaba el curandero del pueblo al enfermo para aliviarlo de alguna enfermedad.

En Ocoyoacac, Estado de México se prepara el llamado tamal de ollita; y en Oaxaca hay una gran variedad de tamales, algunos de los más conocidos en este caso son los que van envueltos en hoja de plátano.

En Puebla se prepara el pixtamal. De acuerdo con el Diccionario se trata de un:

Tamal de origen prehispánico, en el que los huesos de mamey secos o pixtles se remojan en agua con ellos se elabora una pasta. Luego se extiende una capa de masa de maíz y sobre ella se pone la pasta de hueso de mamey. Mientras se enrolla se añade hierba santa seca y pulverizada, y a veces, chile ancho tostado y desmoronado. El tamal se corta en rodajas que se envuelven en hojas de milpa y se cuecen en horno de tierra. Es típico de Tehuacán.

Con información de la Secretaría de Cultura federal

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