A pesar de que nació en la Ciudad de México y parte de sus primeros años de vida los pasó en el barrio de Tacubaya, Javier Solís tuvo una conexión importante con el estado de Puebla donde también vivió por un tiempo.

Gabriel Siria Levario, nombre real de Javier Solís, nació el primero de abril de 1931 y ante al abandonar su padre a la familia, su madre, quien tenía un puesto en un mercado público, decidió en abril de 1932 dejar a Gabriel en casa de sus tíos Valentín Levario Plata y Ángela López Martínez, a quienes siempre consideró como sus verdaderos padres.

Aunque sólo estudió hasta el quinto año de primaria, fue en esos años donde comenzó a desarrollar sus habilidades artísticas.

Como alumno solía participar como cantante en los festivales escolares. Sin embargo, dejó de asistir a la escuela para ayudar en los gastos domésticos y a trabajar como recolector de huesos y vidrios.

También trabajó trasladando mercancías en un mercado. En noviembre de 1939 falleció su madre adoptiva y tras sobreponerse de esta pérdida, continuó trabajando en oficios tales como panadero, carnicero, cargador de canastas en el mercado y lavador de automóviles.

Luego se interesaría por el deporte, y llegó a ser gran aficionado al boxeo, al béisbol, al fútbol y a la lucha libre, teniendo una gran amistad con El Santo.

Puebla le ayudó a definir su futuro

Ya en la década de los 40, siendo aún jovencito continuaba interesado en cantar y comenzó a a presentarse como intérprete de tangos en las llamadas ‘Carpas’.

Su primera oportunidad se la ofreció Manuel Garay, payaso de profesión y administrador del Teatro Salón Obrero. Ahí se puso como nombre artístico Javier Luquín y participaba en concursos de aficionados, y llegó a ganar en más de una ocasión un par de zapatos donados por una zapatería del lugar.

Aunado a su afición por cantar, continuaba trabajando en carnicerías, y el propietario de una de ellas, David Lara Ríos, al descubrir las habilidades del joven intérprete, decidió pagarle clases de canto con el maestro Noé Quintero, quien había sido maestro de vocalización de cantantes reconocidos para la época.

Hacia finales de esa década. llegó a vivir a Metepec, en Atlixco donde trabajó en la del lugar, actividad que alternaba con su gran pasión, convirtiéndose en el personaje que todos buscaban para serenatas, la bohemia, los brindis y fiestas del pueblo de Metepec y sus alrededores.

Solís cantó con el Mariachi Metepec y algunas fuentes incluso señalan que aquí es donde fue impulsado al estrellato.

El también llamado ‘Rey del bolero ranchero’, sustituyó como cantante del Mariachi Metepec a Salvador López ‘El Oso Negro’ y se fue de Metepec cuando apenas comenzaba a comentarse el cierre de la fábrica, hecho que sucedió en 1967.

A Javier también le gustaba mucho jugar billar y para eso iba al centro de la ciudad al tradicional Billar Atlixco, propiedad de Juventino Salazar, ubicado en el centro de la ciudad.

Cronistas de la ciudad indican que una vez que se hizo parte del mariachi Metepec le dio por portar pistola y se dejó crecer bigote, para tener una apariencia más de charro.

Ya en 1950, grabó sus primeras creaciones: Punto negro, Tómate esa copa, Virgen de barro y Te voy a dar mi corazón, producidas, con el Trío Los Galantes, en un pequeño estudio de grabación destinado a artistas aficionados y que pertenecía a la sala de cine Cinelandia de la Ciudad de México.

El cantante hizo estas grabaciones en discos de acetato para mostrarlas a sus amistades y las entregó como tarjeta de presentación ante Discos Columbia de México , la que lo contrató en enero de 1956.

Inicio de su carrera profesional

Fue a principios de 1955 cuando obtuvo un contrato para cantar en el Bar Azteca, donde permaneció por espacio de cuatro años. Es aquí donde, a sugerencia de su amigo Manuel Garay, cambiaría su seudónimo por Javier Solís, con el cual lograría la fama artística.

A mediados de ese mismo año lo escuchó cantar en el local Julito Rodríguez, en ese entonces guitarrista y primera voz del Trío Los Panchos, quien lo recomendó para una audición con Felipe Valdés Leal, quien era director artístico de Discos Columbia de México.

Gabriel Siria, ahora convertido en Javier Solís, resultó aprobado en la audición y se le hizo un contrato para grabar su primer sencillo a finales de 1955. Se incluyeron los temas Qué te importa y Por qué negar.

El sencillo obtuvo éxito en el interior de México y, gracias a ello, fue contratado formalmente el 15 de enero de 1956. Se dice que, como parte de este trato, Javier Solís entregó la cinta que contenía los temas antes mencionados y la compañía la archivó por varios años, dando a conocer los temas, años después de su fallecimiento.

El rey del bolero ranchero

En 1962 y 1963 grabó dos de sus discos más célebres: Fantasía española y Trópico, con canciones del compositor Agustín Lara, convirtiéndose así en uno de sus mejores intérpretes. Con las interpretaciones de Javier Solís comenzó también una nueva era para la música de mariachi, al dejar atrás los sones y la temática campirana para incorporar la lírica urbana y las adaptaciones de canciones latinoamericanas, logrando refrescar el género y el interés del público por la música ranchera.

Al iniciarse el año de 1966, Solís emprendió un nuevo proyecto discográfico grabando algunas de las canciones más conocidas de los compositores puertorriqueños Rafael Hernández y Pedro Flores. Sin embargo, debido a sus padecimientos de salud, sólo alcanzó a poner la voz a seis de las ocho pistas preparadas del nuevo álbum, aunque llegó a terminar su otro álbum Javier Solís Con Orquesta.

La muerte lo sorprendió a los 34 años

Por consejo médico, el 12 de abril de 1966, Solís fue hospitalizado en el nosocomio Santa Elena en la colonia Roma de la Ciudad de México para operarse de la vesícula biliar.

De acuerdo a su acta de defunción falleció a las 5:45 a.m. del 19 de abril de 1966 por fallo cardíaco a consecuencia de desequilibrio electrolítico producido por la colecistectomía.

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