Las y los jóvenes poblanos gastan las becas Benito Juárez en consumir bebidas embriagantes en bares, así lo denunciaron padres de familia de Izúcar de Matamoros, quienes advierten que no es el uso que pudiera esperarse por tratarse de un apoyo económico para su educación.

En general, esa conducta deriva en discusiones familiares, a partir de que las y los jóvenes argumentan que pueden gastar el dinero en lo que quieran porque básicamente les pertenece.

Y lo grave es que se han registrado casos lamentables, en julio de 2019, de acuerdo con registros periodísticos, en San Salvador el Seco alumnos del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP) se accidentaron después de recibir su beca Benito Juárez.

El percance ocurrió en la carretera federal San Salvador el Seco-Esperanza, a la altura de las curvas de Santa María Coatepec.

Los primeros reportes indicaron que los estudiantes eran originarios de Mazapiltepec de Juárez, quienes regresaban de un día de clases y de recibir la beca que anteriormente llegaba por medio del programa “Oportunidades”, cuando entraron a este tramo carretero de curvas perdieron el control del auto e impactaron contra otro.

Sin embargo, la realidad es que no se trata de un comportamiento privativo de Izúcar de Matamoros, la Región Mixteca o del estado de Puebla.



Una revisión a nivel mediático, permite apreciar que se trata de un comportamiento generalizado en el plano nacional.

En términos generales, esporádicamente se informa del destino que los beneficiarios de las becas Benito Juárez dan a los recursos que reciben.

Los gastan además de bares y bebidas embriagantes, por ejemplo en celulares, boletos para conciertos y regalos. En el caso extremo existen referencias de que parte de esos recursos se emplean en el consumo de drogas.

Esta conducta llevó a que, en el año 2020, el gobierno federal realizara una muestra para conocer en qué se gastan los estudiantes los recursos de las Becas Benito Juárez y el 50 por ciento señaló que con este dinero pagan sus uniformes, útiles escolares, transporte y matrícula.

Incluso el 10 por ciento reconoció que lo ahorra para comprar un teléfono celular o un dispositivo electrónico.

En el fondo, lo evidente es que los padres y madres de familia no reciben los recursos que les son entregados de manera directa a los jóvenes y son estos últimos quienes deciden en que los invierten.

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