Luis Andrés Cabrera Mauleón, catedrático de la Facultad de Ingeniería y Agronomía de la UPAEP, dio a conocer que cerca del 25 al 30 por ciento del alimento que adquiere el consumidor final, ya no se consume, se pierde.

En el marco del Día Mundial de la Alimentación, mencionó que la comida se pierde porque las familias ya no se la acaban, la guardan en el refrigerador, pierde calidad, ya no se consume y se desecha en la basura.

El también profesor del Decanato de Ciencias Biológicas de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) dijo que sorprende que estas mermas igual ocurren en personas con poder adquisitivo, incluso en comida ya servida en el plato, tanto en casa como en restaurantes o eventos sociales.

“Esto es muy cruel, yo creo que todavía no hay una conciencia, sobre todo en este sector, cuando podemos pedir que nos sirvan poco, que nos sirvan solo lo que podemos consumir o que no nos sirvan cuando ya estamos satisfechos o no es propio para nuestra condición de salud. Es mejor eso en lugar de desperdiciarlo”, destacó.

Agregó que de la misma manera se tiene identificado que la tercera parte de lo que se cosecha en el campo en el mundo, en el transcurso de la cadena de distribución, se va a perder también por diferentes cuestiones.

Luis Andrés Cabrera dijo que, actualmente, muchas familias en México y el mundo están sufriendo por llevar los alimentos a su mesa.

De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), los pueblos indígenas en el mundo resguardan el 80 por ciento de la biodiversidad, pero son los que sufren la más alta tasa de pobreza y desnutrición.

Lo anterior significa que donde está la más alta tasa de biodiversidad en el mundo, las personas tienen el mayor grado de marginación y pobreza que no les permite lograr la satisfacción de alimentos.

Añadió que productores agrícolas, ganaderos y de otros sectores hacen posible que los alimentos lleguen a 8 mil millones de personas, de los 8 billones de habitantes que hay en el planeta con una necesidad de alimentos frescos, inocuos, oportunos y accesibles para cumplir con el concepto de seguridad alimentaria.

Desde 1945, la FAO designó que el 16 de octubre se haga una reflexión sobre la alimentación de la humanidad, por lo que esa fecha se declara como el Día Mundial de la Alimentación.

La organización destaca que millones de personas en todo el mundo no pueden permitirse una alimentación sana, lo que las pone en alto riesgo de inseguridad alimentaria y malnutrición.

Para poner fin al hambre la FAO señala que no se trata solo del suministro, sino de garantizar la producción de alimentos suficientes para nutrir a todos en el planeta.

A decir de Cabrera Mauleón, el tema de este año propuesto por la FAO es “Que nadie se quede atrás”, es decir, una invitación a todos los eslabones de la cadena agroalimentaria para sumarse de manera solidaria en beneficio de los más vulnerables.

Apuntó que muchas veces son los propios productores agrícolas los afectados, tanto por el cambio climático como por la situación de la economía mundial generada principalmente por la pandemia del Covid-19, por los efectos de la guerra contra Ucrania que dificulta el abasto de insumos como granos y fertilizantes, lo que al final genera especulación y elevación de los costos para el productor.

“Hay que apoyar a los productores dando mejor precio a sus productos y puedan subsistir en la generación de sus alimentos, ya que a nivel mundial muchos cultivan para su uso personal, para su familia y los excedentes los pueden comercializar para hacerse de recursos que les permitan cubrir otras primeras necesidades”, acotó.

Por parte de la UPAEP -dijo- una manera de contribuir a la alimentación es el apoyo a empresas familiares dedicadas al tema alimentario, productores agrícolas, transformadores y comercializadores, pero a nivel de microempresas.

Un ejemplo son las empresas que han trabajado con el derivado de la colmena, apicultores que van creciendo y rescatando las abejas, en zonas donde no corren riesgo con la polinización de los cultivos, lo que ayuda a la producción de flores, frutos y demás.

De igual manera han ayudado con asesorías a productores de cacahuate de Huaquechula, de jamaica en la zona mixteca, hortalizas en fresco en el valle de Libres y Tehuacán; y cultivos de blue berries, fresas, moras y frutillas en la Sierra Norte de Puebla.

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