En Puebla, el vidrio soplado a lo largo de los años se ha conservado a través de la elaboración de diversas artesanías.

Un oficio que encuentra su expresión más reconocida en las esferas de vidrio soplado que se elaboran ancestralmente en Chignahuapan.

Una actividad que prevalece hasta nuestros días, en talleres distribuidos a lo largo del territorio poblano, y que se encuentran incluso en la ciudad capital.

Por ejemplo, en el mercado de El Parián y el denominado Barrio del Artista es factible adquirir artesanías elaboradas con vidrio soplado, como vasos, vajillas, jarras, botellas, floreros, fruteros y figuras de frutas o animales en general.

De acuerdo con referencias históricas, la antigua fábrica de vidrio La Luz fue pionera en la elaboración de piezas de vidrio soplado.

El vidrio en la historia de México

Según información del portal , el español Antonio de Espinosa fue el primer vidriero de México.

En 1542 estableció un obraje en la calle del Venado, en Puebla.

Fabricaba botellones, redomas (vasijas anchas en el fondo y angostas en la boca), vinateras y vasos de vidrio blanco, verde y azul.

A principios del siglo XVIII, el maestro soplador Antonio Pardo instaló una nueva fábrica frente al convento de Santa Teresa.

A Esteban de Antuñano, se le debe el resurgimiento del vidrio. En 1838 formó la Compañía Empresarial para la Fabricación del Vidrio Plano y Cristal al estilo de Europa con técnicos traídos de Francia, que trabajó hasta 1885.

En 1935, Víctor Martínez Filoteo abrió la fábrica de vidrio La Luz.

Empresa que años más tarde compró Roberto Alatriste y la trasladó a Texcoco con el nombre de El Crisol.

Martínez Filoteo reabrió la fábrica de vidrio La Luz en las afueras de Puebla, más tarde sus hijos lo hicieron crecer fabricando, sobre todo, garrafones de vidrio verde para agua purificada.

En 1994, cerró la fábrica La Luz.

Y en 1996 reinició actividades con la fabricación de objetos artísticos de vidrio soplado y prensado, rescatados de técnicas y modelos antiguos, así como artículos para la construcción.

La fábrica La Luz ha rescatado el vidrio popular poblano en figuras como los vasos y jarras pulqueras o las “gallinitas” para la “sal de pellizco”.

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