Las fumarolas, explosiones y material incandescente que ha emitido el volcán Popocatépetl en los últimos días han sido noticia nacional e internacional.

Hemos visto el actuar de las autoridades de los tres niveles de gobierno, también de los pobladores de las zonas aledañas y hemos conocido de rutas y caminos en las inmediaciones del volcán.

En los relatos, también se ha mencionado de un paraje conocido como Paso de Cortés, pero pocos saben por qué se llama así y qué tiene que ver con el conquistador español Hernán Cortés. 

Resulta que el paraje se encuentra en medio del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, ubicado en el municipio de Amecameca, en el Estado de México, a una altura de 3 mil 700 metros sobre el nivel del mar.

El arqueólogo Ismael Arturo Montero, en su artículo publicado en la revista Arqueología Mexicana, narra que el 1 de noviembre de 1519, Hernán Cortés salió de Cholula acompañado por más de cuatro mil hombres con el fin de llegar a Tenochtitlán. 

Su trayecto lo hizo atravesando los volcanes, como una estrategia militar, y para ello llegó al paraje que antes era un importante puerto comercial y ritual que recibía el nombre de Cuauhíchcac, el “tajón del águila”. 

Desde esa altura miró por primera vez que estaba ya muy cerca de llegar a la gran Tenochtitlán y que el camino por el cual seguía era el más corto.

También, a su paso por este paraje, le permitió diseñar el plan para extraer azufre del volcán, con el propósito de elaborar la pólvora que necesitaba por sus cañones.

El arqueólogo agregó en su escrito que en este lugar llegó una comitiva mexica encabezada por Tzihuacpopocatzin, quien fingía ser el mismo Moctezuma, para obsequiarle a Cortés joyas y alhajas de oro, y así detener su paso a Tenochtitlan.

“Eran de tal cuantía los obsequios, que según la Historia antigua de México de Francisco Xavier Clavijero (1987, p. 330) alcanzaban un estimado de 3 mil pesos. León-Portilla (1980, p. 53) apunta al respecto: como si fueran monos levantaban el oro […], como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón […]. Como unos puercos hambrientos ansían el oro”, se lee en el artículo. 

Este puerto de montaña es el mismo sitio por donde pasó Quetzalcóatl durante su huida a Tlapallan después de la caída de Tula, por lo que resultó sorprendente que Hernán Cortés entrara a la Cuenca de México, pasando en medio de los volcanes, justamente por donde salió Quetzalcóatl, por ello los mexicanos por error consideraron la llegada de Cortés como el retorno del dios.

Por este paso del conquistador, este paraje es que dejó de llamarse Cuauhíchcac y ahora se conoce como Paso de Cortés, a donde la gente puede ascender incluso en automóvil, mientras lo permitan las autoridades.

Es un punto de descanso obligado para los alpinistas, quienes deben anotarse con los vigilantes y encargados de seguridad para llevar un control de la gente que asciende al coloso.

Paso de Cortés se puede identificar por un pequeño monumento sobre una base en forma de pirámide.

La placa del monumento es una prueba de la presencia de Hernán Cortés, quien está acompañado por algunos miembros de su ejército y otros indígenas.

Por ahora, el Semáforo de Alerta Volcánica se mantiene en Amarillo Fase 3, por lo que el acceso está restringido en un radio de 12 kilómetros de distancia del cráter.

Pero una vez que se autorice, los visitantes, además de ser testigo del paisaje que regala la naturaleza, pueden conocer el Centro de Atención al Visitante, donde hay servicio de sanitarios, cafetería e información sobre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

Hay sitios donde las familias pueden realizar senderismo, alpinismo, también pueden acampar y actividades de turismo de naturaleza.

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