Si bien, lo evidente es que se trata de un elemento producto de la fusión de culturas. En términos generales, se considera que la talavera poblana tiene orígenes compartidos entre China y España.

Referencias históricas indican que, a finales del siglo XII, alfareros llevaron las técnicas y diseños chinos a Mallorca, que se convirtió en el centro de exportación más importante de cerámica hispano-morisca de la Edad Media.

Por otra parte, Talavera de la Reina es una ciudad española de la provincia de Toledo que, durante los siglos XV y XVI, alcanzó gran fama gracias a su cerámica.

Talavera y Sevilla se convertirían en los principales centros de exportación de loza fina al Nuevo Mundo. La llegada de la talavera a Puebla se asocia, como muchos aspectos de sus orígenes, con los templos.

El origen de la talavera poblana

Para la construcción de conventos se necesitaban azulejos y otros objetos para su decoración, pero era muy costoso y tardado importar las mayólicas de España. Ante ello, los artesanos españoles y los monjes enseñaron a los indígenas a producir la cerámica vidriada.

Diego Gaytán, un alfarero oriundo de Talavera, revolucionaría la alfarería poblana con su estilo auténtico. En 1653 se establecieron reglas para el ejercicio de la profesión, como la clasificación de la loza en tres géneros: fina, común y amarilla; las proporciones de los barros para producir piezas de buena calidad; las normas a seguir para el decorado; y otras cualidades y detalles de fabricación.

Se considera que la porcelana de origen asiático influyó en la elaboración de cerámica en el virreinato, y, por tanto, en la .

Ana Ruiz Gutiérrez, investigadora de la Universidad de Granada, en su análisis “Influencias artísticas en las artes decorativas novohispanas”, señala que los talleres de talavera comenzaron imitando los tipos chinos como constatan “los fondos azules y blancos y (...) los motivos decorativos chinescos”.

Subraya que parte de la influencia china llegó a través de Europa, donde ya había talleres que imitaban productos asiáticos en Portugal, Países Bajos y España.

Por otra parte, a principios del siglo XX, el español Ventosa y el mexicano Martínez Uriarte dieron nueva vida a la talavera poblana, al mejorar los estándares de calidad y crear nuevos diseños decorativos con influencias precolombinas y de Art nouveau que se sumaban a los tradicionales diseños de raíz islámica, china (dinastía Ming), española e italiana.

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