En distintas entrevistas para promocionar su película más reciente, Pinocchio, el cineasta mexicano Guillermo del Toro expresó su opinión respecto al uso de la inteligencia artificial para creación de imágenes y sus comentarios no fueron muy positivos, inclusive llegó a mencionar que su implementación en el mundo cinematográfico representaría “un insulto a la vida misma”.

Pongámonos por un momento en los zapatos del aclamado director, quien lleva un diario en donde escribe notas, dibuja personajes y otros elementos sobre su proyecto en curso o próximos posibles, y está haciendo promoción sobre una película que utiliza la técnica de stopmotion, es decir, animar cuadro por cuadro los movimientos de personajes inanimados para simular movimiento y que representa un esfuerzo titánico, prácticamente una labor artesanal; su postura inicial con respecto al uso de la inteligencia artificial resulta totalmente comprensible.

Por otro lado, no podríamos disfrutar de esta obra cinematográfica sin el uso o intervención de la tecnología digital para la creación de las propias figuras, borrar de la imagen final los soportes que necesitan las para ser animadas, remplazar la pantalla verde para insertar otros escenarios, capturar las imágenes cuadro por cuadro con cámaras digitales, su edición con software digital, agregar efectos visuales creados por computadora (CGI) o inclusive el hecho de ser producida y distribuida por una plataforma digital de contenidos (Netflix).

Es verdad que la integración de tecnología digital en el proyecto de Pinocchio no está ligado directamente al uso de la inteligencia artificial, pero me tomaré la libertad de mencionar que probablemente estemos frente un parteaguas histórico similar al de la incursión del Computer Generated Image (CGI) o imágenes generadas por computadora, que en su momento llegó a ganar el repudio de los propios trabajadores de Industrial Light and Magic (ILM) creadores de los efectos especiales de las películas de Star Wars, punto de referencia de la época. ILM, la compañía que en los 80’s con el uso de la tecnología digital, desarrolló una computadora para la creación de imágenes tridimensionales cuyo nombre, Pixar, puede resultar familiar y que a la par impulsó el inicio de los efectos visuales creados por computadora.

En ese entonces el personal de dicha empresa, cuya labor se limitaba al uso de medios físicos para la creación de maquetas, prostéticos, escenarios, explosiones, etc., visualizaba la incursión de las computadoras como una amenaza, ya que la mayoría no estaba familiarizado o capacitado para el uso de esta tecnología. Sin embargo, su implementación era inevitable, abriendo un nuevo campo de trabajo y especialización. Hoy en día, prácticamente, no hay producción audiovisual que escape del proceso o uso de herramientas digitales.

Al evolucionar a la par de las tecnologías, ILM ha permanecido vigente hasta la fecha como uno de los máximos referentes de la industria de los efectos visuales (VFX) y esos trabajos artesanales, o parte de ellos, que entre las décadas de los 80’s y 90’s en primera instancia resultarían remplazados completamente por el uso de las computadoras, convivieron con la tecnología digital para poder dar vida a la producción de Pinocchio. Es verdad que en un inicio la incursión del uso de herramientas de inteligencia artificial pueda resultar en una aversión al respecto, ya sea por el entendimiento de su uso, el poco control que se tiene o la diferencia de resultados finales en comparación con otras técnicas, aunque hay que aceptar que su uso cada vez a mayor escala dentro de la industria audiovisual es inevitable.

Algo similar experimenté cuando era estudiante de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), fuimos alcanzados por la transición del videotape a los formatos digitales y el uso de computadoras en los procesos de creación de productos audiovisuales. Tuvimos que adaptarnos a los nuevos procesos y así sucede conforme la tecnología avanza. Inclusive, ahora como profesor de la misma institución es imposible escapar a ello y por la misma razón inculcamos ese espíritu de actualización y constante aprendizaje en las nuevas generaciones, no únicamente por que la inteligencia artificial sea algo novedoso, sino porque el poder aprender a usar esas herramientas pueda resultar en un diferenciador dentro del mercado laboral.

Esperemos que la respuesta inicial por parte de del Toro pueda convertirse en algo temporal y que más adelante acceda al uso de IA dentro de alguno de sus futuros proyectos, de lo contrario, quienes disfrutamos de sus películas, perderíamos la oportunidad de ver el resultado de la interacción del imaginario particular del gran director mexicano y la Inteligencia artificial.

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