El Barrio de Analco, cuyo nombre significa “al otro lado del río”, fue uno de los barrios más dinámicos de la ciudad Puebla y entre sus atractivos se cuenta el Puente de Ovando.

La construcción del Puente de Ovando fue aprobada durante el año de 1769. En ese entonces, el regidor Agustín de Ovando Villavicencio otorgó 800 pesos para la construcción del puente, a lo que el gremio de panaderos donó 2 mil pesos más.

De inmediato, el Puente de Ovando cobró gran importancia para el barrio puesto que fue esencial para comunicar a Analco con la traza española. No obstante, su historia también se encuentra envuelta en misterio.

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La leyenda del Puente de Ovando

Cuenta la leyenda que la acaudalada familia Pérez Ovando mandó a construir un puente privado que les permitiera cruzar el río.

Esta familia de abolengo tuvo dos hijos, un hombre conocido por su fuerza y valentía y una mujer de gran belleza llamada María del Rosario.

Quiso la suerte que la chica, de apenas 16 años, se enamorara perdidamente de un joven mestizo de clase media, un amor que por ningún motivo fue aprobado por su padre, quien afirmó preferir estar muerto antes que ver a su hija pidiendo limosna en un puente.

Embargada de tristeza y frustración, María del Rosario ideó un plan junto a su amado: perder su virginidad con él para que su padre no tuviera más remedio que aceptar su unión con tal de evitar la deshonra de la familia.

Así, los enamorados aprovecharon la oportunidad que se les presentó cuando el señor Ovando partió en un viaje de negocios. Sin embargo, la joven pareja no se percató de que dentro del armario de la habitación donde consumaron su amor se encontraba el hermano de la chica, quien lleno de furia disparó contra el joven.

El inmenso amor que María del Rosario sentía por él la hizo interponerse en el camino de la bala y recibió el impacto directamente en el pecho, cayendo muerta al instante. A pesar de su sacrificio, el joven mestizo también fue asesinado.

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Aunque el crimen quedó impune con la justificación de que el acto había sido para defender el honor de la familia Pérez Ovando, el hijo apareció muerto en un callejón tiempo después en medio de circunstancias misteriosas.

Ante la pérdida irreparable de sus dos hijos, el señor Ovando cayó en el alcoholismo y se cuenta que una vez que cruzaba el puente a la medianoche se encontró con una mujer pidiendo limosna. A pesar de sus intentos por ignorarla, no pudo evitar reconocer la voz de la mujer, su difunta hija.

Ante la terrible sorpresa, el señor Ovando quiso huir del lugar, sin embargo, su estado de ebriedad y la fuerte lluvia le hicieron caer al río, en donde fue arrastrado por la corriente. Nunca más se volvió a saber de él.

Desde entonces, de acuerdo con la leyenda, todo aquel que cruce el Puente de Ovando a la medianoche se encontrará con una mujer pidiendo limosna. Sólo aquellos que le regalen una moneda a María del Rosario tendrán la fortuna de cruzar el puente con seguridad.

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