En los últimos años, el ha sido un tema que ha despertado un gran interés en la sociedad, al tiempo que ha sido causante de una gran polémica por que ha tenido defensores y detractores.

De acuerdo con el texto ‘Recomendaciones para el uso de un lenguaje inclusivo de género’, publicado por la (UNHCR/ACNUR), “El uso del lenguaje es un reflejo de las prácticas culturales y sociales del contexto social. Como parte de la comunidad, la persona desarrolla las conductas aprendidas.

Correlativamente, el lenguaje condiciona las actitudes, prácticas y cosmovisiones de los pueblos. Por ende, los productos lingüísticos heredados de prácticas sociales arcaicas tienen la capacidad de limitar las concepciones humanas en determinados temas.”

Y agrega que estas limitaciones se aplican al lenguaje usado sobre género, que históricamente ha condicionado el papel de la mujer y anteponen una visión heteropatriarcal y heterosexista de la vida en sociedad.

Aun con los avances en igualdad de género alcanzados en la época contemporánea, persisten numerosos retos por superar. A su vez, persiste el uso habitual del lenguaje sexista en la vida cotidiana de las personas.

Sin embargo, un cambio en la lógica del rol tradicional de la mujer es posible a través del uso del lenguaje de género inclusivo.

Por su parte, la Fundación del Español Urgente (Fundéu) creó también una breve guía sobre este tema, señalando que para unos es la última frontera del idioma, un territorio en el que hay mucho en lo que trabajar y mucho por lograr.

Mientras que para otros, se trata de una reivindicación estéril que aleja el foco de problemas más importantes, cuando no directamente una opción que se rechaza de manera frontal.

Pero, el texto de la Fundéu reconoce que lo único cierto es que es un tema que enciende los debates, generando tanto rechazo como adhesión.

Guía para entender el lenguaje inclusivo

La Guía para entender el lenguaje inclusivo que propone la Fundéu, incluye los siguientes temas:

  1. Masculino genérico
  2. El femenino de cargos, puestos y profesiones
  3. El desdoblamiento
  4. Nombres de colectivos y otros recursos
  5. La @, la ‘x’, la ‘e’
  6. Grandes hitos
  7. Sobre algunas expresiones concretas
  8. Más allá del texto
  9. Lengua y realidad

El Masculino genérico se queda corto

Sucede en cada vez más foros que las mujeres son una mayoría. Esto pasa no solo en reuniones y encuentros profesionales de muy diversa índole, sino también, por ejemplo, en el deporte femenino, que cada vez cuenta con más presencia en los medios, o en la composición de los distintos Gobiernos.

Muchos hablantes sienten que, para recoger convenientemente este hecho, el llamado masculino genérico se queda corto.

Esto es, que ante una mayoría, por ejemplo, de ministras lo más adecuado sería hablar de las ministras del Gobierno, englobando con esta denominación a hombres y mujeres, en lugar de hacerlo al revés.

Por ello, la Fundéu considera que esos son los detonantes que empiezan a impulsar un cambio gramatical en una lengua (más lentos, más complicados de alcanzar que cualquier cambio ortográfico o léxico).

Cuando estos usos se generalicen, cuando la mayoría de los hablantes en su día a día, con naturalidad, entiendan que el femenino es más adecuado que el masculino en algunas situaciones y lo empleen así, se estará frente a un fenómeno mayoritario; este uso del femenino será un consenso tácito en la mente de los hablantes. Y entonces la Gramática académica, notaria de la lengua, previsiblemente registrará que el masculino ya no es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto.

El femenino de cargos, puestos y profesiones

“La presencia de marcas de género en los nombres que designan profesiones o actividades desempeñadas por mujeres está sujeta a cierta variación. La lengua ha acogido, pues, en ciertos medios voces como "coronela", "edila", "fiscala", "jueza", "médica" o "plomera", pero estas y otras voces similares han tenido desigual aceptación, generalmente en función de factores geográficos y sociales, además de propiamente morfológicos”, señala la (RAE)

En este sentido, la Fundéu ha ofrecido la forma plenamente femenina de aquellos cargos y profesiones que, de acuerdo con la morfología de nuestra lengua, pueden tenerla.

Para ello recomienda por ejemplo, pilota, obispa o edila. Y lo hace siendo consciente de que tienen una aceptación irregular. Tal vez a muchas personas “les suenan mal”, pero el hecho de que una palabra suene bien o mal no es en sí un criterio lingüístico.

Y reitera que la mejor manera de que esas voces dejen de tener esa carga peyorativa es usarlas con naturalidad en los contextos adecuados, emplear árbitra cuando la jueza de un partido es una mujer, pilota cuando en el Dakar compite una mujer, presidenta, ingeniera, médica o arquitecta cuando estemos ante esas profesionales.

Esos sustantivos se deben emplear superando la burla, con la misma naturalidad con la que se emplean sus equivalentes masculinos.

El desdoblamiento

Se llama desdoblamiento léxico a la mención expresa de los dos géneros. Esto es, se trata de no decir solo los niños para referirse a los niños y a las niñas, sino de escribirlo mencionando ambos géneros.

el desdoblamiento es una de las opciones ofrecidas para evitar hacer uso siempre del masculino genérico.

La Guía de la Fundéu aclara que la propuesta no es que se desdoblen sistemáticamente todos los determinantes, nombres, adjetivos, etc., que tienen flexión, sino que el desdoblamiento es una opción, entre muchas otras, a la que se puede acudir en ocasiones, siempre teniendo en cuenta que su empleo recurrente en textos redactados genera confusión y hastío en el lector.

Nombres de colectivos y otros recursos

Junto con el desdoblamiento, existen también otras alternativas que suelen sugerirse y emplearse en los manuales de lenguaje inclusivo para evitar la mención sistemática en masculino.

Entre ellas están los nombres colectivos y los sustantivos abstractos. La Gramática académica indica que estas sustituciones “son imperfectas desde el punto de vista léxico o desde el sintáctico y también pueden resultar inadecuadas, además de empobrecedoras”.

De acuerdo con la Fundéu, mis profesores no equivale a mi profesorado o nuestros vecinos a nuestro vecindario.

Por ello considera que las lenguas ofrecen recursos suficientes para que cada hablante se sienta cómodo con el uso de lenguaje, para que pueda expresarse de acuerdo con sus ideas y conforme a su manera de entender el mundo y su relación con los demás.

No se pretende nunca, imponer unas formas en detrimento de otras; pero no se debe tener reparo en proponer y difundir los recursos que mejor visibilicen a la mujer.

La x, la @, la -e

Estas formas se han sugerido como una posible alternativa para no emplear siempre las desinencias del género masculino sustituir estas por otras “más neutras”. Algunas propuestas utilizan la @, la letra “x” e incluso la vocal “e”, pero estas opciones presentan algunos problemas.

Pueden ser admisibles en ciertos contextos como una manifestación verbal creativa y provocadora, como un recurso gráfico más propio de pancartas y lemas, en los que visualmente puede resultar expresivo, pero se recomienda no emplearlo en textos generales, ya que además presenta el problema de la imposible pronunciación de las palabras resultantes.

El hecho de que la @ o la x sirvan precisamente para no marcar ni un género ni otro de forma expresa ha llevado a que algunas agrupaciones del colectivo LGTB empleen estas opciones para referirse a aquellas personas que no se sienten identificadas como mujeres o como hombres o que no lo hacen siempre del mismo modo y que no quieren limitarse a un sistema binario que consideran constrictivo.

Grandes hitos

De cuando en cuando el uso de femeninos más o menos novedosos en los medios de comunicación o en el debate político hacen que durante unos días todos nos preguntemos por la validez de esas expresiones.

Algunas de las más sonadas, han sido: miembra, presidenta, portavoza.

Sobre algunas expresiones concretas

Existe mucha gente que sigue pensando que feminismo es una especie de antónimo de machismo, un falso par que queda en evidencia cuando alguien dice aquello de “Yo no soy machista ni feminista, yo soy partidario de la igualdad”.

Sin embargo, en las definiciones, no se trata de dos términos equiparables, ya que, mientras que el feminismo es la búsqueda de la igualdad entre sexos, el machismo supone una preponderancia del varón.

Más allá del texto

El sitio web ha elaborado una guía con consejos para una comunicación más inclusiva y clara llena de ideas interesantes; de entre ellas se mencionan algunas que van más allá de las palabras.

  1. La diversidad es inclusiva y más productiva: grandes empresas están cambiando su comunicación interna y la forma en la que redactan sus ofertas de empleo. Está demostrado que los equipos más diversos rinden más y consiguen mejores resultados porque son más creativos. Por tanto, para atraer al talento usa una comunicación más inclusiva.
  2. Las marcas de género de las palabras no son la única forma de visibilizar a las mujeres. Si necesitas encontrar ejemplos de personajes ilustres, trata de que algunos de ellos sean mujeres. Hazlas visibles, dalas a conocer.
  3. Cuando elijas una fotografía o una ilustración, vigila que no sea sexista, que no haga patente la desigualdad de género con roles estereotipados.
  4. Presta atención a los iconos, puedes generar ambigüedades y reforzar algunas ideas sin siquiera darte cuenta. Un sombrero no tiene por qué indicar hombre, una pareja se puede representar también con dos personas del mismo sexo, etc.
  5. Revisa el uso que haces de los colores: el rosa no es un color exclusivo de las chicas y el azul no solo es para los chicos.
  6. El sonido también puede ser inclusivo: a la hora de elegir las voces de los vídeos o de otras aplicaciones, ten en cuenta a tu audiencia, cómo es ese público.
  7. Evita referirte a las mujeres como un grupo social caracterizado por su condición sexual.

Lengua y realidad

La Guía de la Fundéu refiere que existe un debate recurrente en el mundo de la lengua y su relación con la sociedad.

Muchos creen que es el idioma el que va cambiando a medida que cambia la sociedad, mientras que para otros el fenómeno corre en la dirección contraria: solo impulsando cambios en la lengua lograremos que cambie la realidad que esta designa. Como en casi todos los debates, es posible que en este las dos partes tengan algo de razón.

Y subraya que el español, pertenece a sus hablantes; pero es innegable que la lengua es también un espacio simbólico de poder.

Históricamente, existen numerosos ejemplos en los que determinadas ideologías han tratado, con mayor o menor fortuna, de apropiarse de algunas parcelas, intentando que sus modos de nombrar se entendieran como la forma natural e inamovible de llamar a las cosas.

El documento de la , señala que el lenguaje de uso diario contiene intrínsecamente un uso no inclusivo de género y su uso está aceptado de manera popular, institucional e incluso académica.

Sin embargo, el uso de lenguaje inclusivo se puede integrar en todos estos ámbitos de forma natural y sin entrar en conflicto con el uso apropiado de las normas gramaticales, por lo que no existe una justificación para no emplearlo.

Además, permite la ruptura de las nociones sexistas y patriarcales reforzadas habitualmente por el lenguaje no inclusivo.

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